Los ejercicios se desarrollaron en varias etapas. Primero, los soldados atrajeron al supuesto enemigo a la zona de ataque y abrieron fuego de artillería.
Después, el 'agresor' utilizó drones kamikaze para localizar el puesto de mando y asestar golpes contra él.
Para proteger el objeto, las unidades de guerra química utilizaron la cortina de humo, mientras que las unidades de guerra radioelectrónica se encargaron de obstaculizar el manejo de drones. Mientras tanto, las divisiones motorizadas lograron derribar algunos de los aparatos no tripulados.
Además, los soldados entrenaron la capacidad de repeler un ataque de combatientes enemigos contra el puesto de mando.
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Los ejercicios duraron un total de siete días e involucraron a unos 2.000 militares y 300 unidades de equipo militar.