La historia de la famosa dinastía empezó en 1760 cuando Mayer Amschel Rothschild estableció una tienda de antigüedades en Fráncfort. Unos años más tarde, el futuro banquero empezó a suministrar monedas a la corte de Hanau y en 1769 se convirtió en proveedor de la corte del príncipe Guillermo de Hessen, Conde de Hanau.
La Revolución francesa contribuyó al éxito del negocio. Durante la guerra, Mayer Amschel Rothschild proporcionaba uniformes y caballos a las tropas austriacas y administraba las operaciones financieras de los mercenarios de Hessen.

Entonces el empresario ya tenía cinco hijos a los que mandó a varias capitales de Europa para expandir su negocio. Así el banco de los Rothschild llegó a ser la primera entidad de crédito internacional. Más tarde, los hijos de Mayer Amschel empezaron a controlar los bancos en París, Londres, Viena, Nápoles y Fráncfort.
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Para que la gran fortuna se quedara dentro de la familia, el fundador de la dinastía insistía en matrimonios entre primos.
Su tercer hijo, Nathan Mayer Rothschild, que fundó el banco en Londres, fue el que tuvo más éxito.
En julio de 1815, las autoridades británicas consideraron que la guerra contra Napoleón estaba perdida. Rothschild aprovechó esta actitud y se puso a vender sus acciones, y así lo hicieron los accionistas ingleses.
Como consecuencia, la Bolsa de Valores de Inglaterra sufrió un colapso. Mientras tanto, los colaboradores de Rothschild volvieron a comprar las acciones por un bajo precio sin precedentes. Una vez Napoleón perdió la guerra, Nathan Mayer de hecho se apoderó de la Bolsa.

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Posteriormente, el banco se centró en los proyectos industriales a largo plazo, en particular, contribuyó a la construcción de las redes ferroviarias. Hasta ahora, el banco N M Rothschild & Sons sigue controlándose por la familia.
En septiembre de 1816, los hermanos Amschel Mayer y Solomon Mayer recibieron títulos nobiliarios. Un mes más tarde, Jakob Mayer y Carl Mayer también se unieron a la nobleza. Luego, todos los miembros de la familia fueron premiados con el título hereditario de barón y se consideraron aristócratas.
Entonces la familia ya pudo adquirir lujosos palacios, mientras que su fortuna se iba multiplicando. Desde finales del siglo XIX, la dinastía empezó a donar algo de su propiedad a la caridad.
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Durante los años posteriores, los Rothschild participaron en proyectos importantes, incluida la construcción del canal de Suez.
Algunos expertos estiman que la familia tiene alrededor de un billón de dólares en su propiedad inmobiliaria y en su negocio bancario.
Actualmente, la dinastía posee no solamente entidades financieras, sino que también se ocupa del sector inmobiliario, el de extracción de recursos naturales, el de energía y el de beneficiencia. Además, tiene viñedos en todos los continentes.
A este respecto, el periodista Harry Mount observó que la familia no destaca solo por su inmensa fortuna, sino también por la capacidad de conservarla y multiplicarla a lo largo de muchos años.
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