Los pueblos originarios de México han mantenido su lengua a pesar de la aculturación forzada por la colonia española. En el país, hay 68 lenguas madres vivas, de las que buena parte se hablan en su ciudad capital.
Sin embargo, como revelan testimonios escuchados por Sputnik, siguen viviendo situaciones de riesgo —sobre todo las comunidades que habitan zonas rurales— y de negligencia por parte de la autoridad a dar pronta solución a sus demandas.

Por ejemplo, el de Ana. No se llama así, pero así la identificaremos por seguridad, para poder contar el relato de cómo su comunidad fue desplazada de manera forzosa desde noviembre pasado.

"En ese pueblo casi nadie habla español. Los hijos y los nietos hablan náhuatl porque sus abuelitos platican (hablan) náhuatl. Yo me enseñé a platicar así porque mi papá y mi mamá hablan náhuatl. Primero aprendí náhuatl y luego español, porque fui a la escuela hasta la secundaria", contó Ana.

El náhuatl era el idioma de los mexicas que se ubicaban en la parte central del país, con epicentro en la Gran Tenochtitlán que hoy ocupa la Ciudad de México. El náhuatl es hoy la lengua madre originaria con más hablantes en el país y en la capital de la República.
Unas setenta familias fueron desplazadas de sus casas por paramilitares que los obligaron a huir, apropiándose por medio de la violencia de su lugar, sus tierras y su tranquilidad. Desde el 17 de febrero acampan en las puertas de Palacio Nacional junto a otro grupo de comunidades indígenas que fueron desplazados del municipio Leonardo Bravo, por las mismas fechas, en 2018.
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"Lo que estamos pidiendo es que replieguen a esa gente, porque ellos no son de ahí. Que reparen los daños que ocasionaron porque nos quedamos sin nada. Queremos que el presidente nos diga cuándo vamos a regresar a nuestros pueblos, a nuestras casas, pero que esa gente ya no esté ahí. Están dentro de nuestras casas y no podemos ni entrar al pueblo desde el 11 de noviembre", explicó a Sputnik una de las mujeres desplazadas, cuyo nombre también se omite para preservar su seguridad.

Desplazadas de la ciudad
Frente a las comunidades desplazadas de Guerrero, un grupo de mujeres triquis originarias del estado de Oaxaca tejen sin parar los productos que ofrecen de manera ambulante como forma de sustento.

Unas sesenta familias triqui se instalaron en plantón frente al Palacio Nacional debido a que son perseguidas por operativos de la policía capitalina para evitar que vendan su arte dentro del centro histórico de la ciudad de México, principal zona turística.
El triqui es un idioma originario de la zona nororiental de Oaxaca y tiene una gran variedad lingüística también hay hablantes de triqui en la ciudad de México y en algunos estados del norte del país debido a la migración laboral interna.
"Tengo ocho días en el plantón. Los policías quieren que nos vayamos pero aquí vamos a pelear. ¿Adónde más vamos a ir? Tengo más de 40 años trabajando en el centro porque aquí hay un poco de gente, fuera del centro, ¿a quién le vamos a vender? ¿Qué vamos a comer? Si ponemos nuestras cosas en el piso, los policías nos las quitan y no las devuelven", explicó Rosalía en charla con Sputnik.

La agresiva política policial que persigue al comercio ambulante no toma en cuenta que de allí proviene el sustento de familias enteras, indígenas en este caso, que viven con pocos recursos.

"Ya tenemos un mes sin trabajar. Queremos un lugar para trabajar en el centro porque hay que pagar renta, luz, agua, atender a los hijos. Después de dos semanas, no han puesto ni un baño en el plantón, como si no existiéramos", sostuvo.

"Nosotros somos de aquí, este es nuestro lugar de trabajo y lo conocemos mejor que la mano pero ellos —señala hacia el Palacio de Gobierno— no lo quieren ver", concluyó.