En su opinión, los signatarios del Tratado de Maastricht se beneficiaron enormemente al principio. El mercado único europeo de las 12 primeras naciones implicadas se vio reforzado por la admisión progresiva de nuevos países.
Hoy, la UE cuenta con más de 500 millones de habitantes y, por lo tanto, ha adquirido cierto poder en la geopolítica. El euro ha reducido los costes de transacción y los miembros de la zona euro se han beneficiado de este hecho.
"Al principio, no había fin a la alegría por la libertad recién ganada, que incluía la libertad de movimiento y residencia, la libertad de comercio sin peajes y sin fronteras. Había paz y unanimidad", recuerda Hoechst.
La UE se convirtió en 'una monstruosidad'
Desde entonces, la UE ha tomado muchas decisiones en detrimento de los ciudadanos europeos. Además, la UE se convirtió en 'una monstruosidad' ya que las instituciones europeas emplean a al menos 44.000 funcionarios y 11.000 empleados, mientras que los costes de personal ascienden a más de ocho millones de euros anualmente, subraya la diputada.
Todos esos miembros del Parlamento de la UE, comisarios, funcionarios y otros reciben salarios y privilegios desproporcionados, destaca Hoechst.
"En resumen, la UE se ha convertido en una entidad antidemocrática, cuyas políticas están determinadas por burócratas que no tienen ninguna responsabilidad democrática y que alimentan a una bestia administrativa desproporcionadamente grande y muy bien pagada. Es necesaria una reforma fundamental de la UE para que siga siendo un faro de libertad y democracia en el mundo", continuó.
Diferencias entre el norte y el sur
Sin embargo, los estados del sur no resolvieron sus problemas estructurales con el dinero adicional sino que lo gastaron en un aumento desproporcionado de los salarios y el consumo.
Estos errores dieron lugar a un aumento del déficit y de la deuda privada y estatal, y a una mayor brecha entre la fuerza económica del norte y la del sur. Y a pesar de todos los rescates, el poder económico de Grecia ha sufrido mucho, resume.
Hoechst no niega la necesidad histórica de un tratado que uniera a Europa a principios de los años 1990, tras la caída de Unión Soviética, la ruptura del pacto de Varsovia y la unificación de Alemania. Sin embargo, afirma que el Tratado de Maastricht resultó ser un error.
Según ella, Europa siempre ha sido una región de diferencias económicas, monetarias, políticas y culturales. A juzgar por la experiencia histórica, una zona de moneda única no es adecuada para una unión monetaria supranacional heterogénea. En primer lugar, nunca debió haberse ampliado más allá de la zona de libre comercio de la Comunidad Económica Europea (CEE), creada por el Tratado de Roma de 1957.
La introducción del euro fue un proyecto puramente político
"Desde el principio, la introducción del euro ha sido un proyecto puramente político. Todos los mensajes de advertencia de los economistas e historiadores fueron ignorados. Desde 1999, los tipos de cambio del euro con respecto a las monedas nacionales en la actual zona del euro son fijos, lo que da lugar a unos tipos de interés uniformes", explicó la diputada.
Según las aspiraciones proclamadas en Lisboa, la Eurozona debía convertirse en "la zona económica más dinámica e innovadora del mundo". Después de diecisiete años de regulaciones monetarias aplicadas artificialmente y alejadas del mercado, la moneda común ya no es viable sin continuas transferencias masivas de riqueza a los Estados miembros de la UE que no cumplen las normas de la unión monetaria.
"El proyecto del euro se ha convertido así en un gran fracaso. La introducción del euro ha provocado resentimiento y confrontación entre los países de Europa y las tensiones que surgen entre los Estados nacionales europeos pueden atribuirse intrínsecamente al euro", lamentó.
Asimismo, las políticas de rescate del Banco Europeo y otras organizaciones violan los derechos de soberanía de los estados miembros. Además, estas rompen las promesas políticas y contractuales hechas a los votantes de que Alemania nunca sería responsable de las deudas de otros países.
Por lo tanto, el euro puede considerarse como un experimento a gran escala que afecta a todo el continente. La creación de la zona euro amenaza con destruir el patrimonio cultural de la historia europea: un régimen democrático y la coexistencia pacífica de Estados nacionales soberanos, concluyó.