Si bien ya se encontraron los restos del avión Piper Malibu en el que viajaban el futbolista argentino Emiliano Sala y el piloto David Ibbotson en el fondo del Canal de la Mancha, más interrogantes se abren en la investigación tanto del accidente como de la contratación y responsabilidades detrás de un vuelo que levanta serias sospechas.
"Es verdad que el avión no distingue sobre qué estás volando, pero si tenés un poco de criterio no vas a arriesgarte a volar de noche con un monomotor a pistón en condiciones donde sabés que podría formarse hielo en el motor, en las alas o en el fuselaje. Mucho menos en el Canal de la Mancha que tiene más de 100 kilómetros de largo. No tiene sentido por donde lo mires", dijo.
Sala regresaba de Nantes, Francia, para jugar en el equipo Cardiff, de Gales, en una avioneta contratada de manera privada la noche del 21 de enero de 2019. El último contacto de la aeronave fue a 20 kilómetros de la isla británica de Guernsey. En esa zona fueron encontrados los restos el 3 de febrero. Ya que este tipo de avión no cuenta con grabadoras de datos de vuelo ni de voz, los expertos solo pueden realizar hipótesis conclusivas.
"A grandes rasgos no parece muy difícil especular lo que pudo haber llegado a pasar porque se trataba de un avión de un solo motor a pistón, que es muy sensible a fallas mecánicas, por un lado, y a condiciones meteorológicas, por el otro. El vuelo que estaban haciendo era nocturno y con condiciones de nubosidad y temperaturas bajas, lo cual propicia a la formación de hielo", explicó Combette.
"La autoridad aeronáutica del país que sea o la dependencia que reciba tu plan de vuelo, en la medida de que todo esté en regla, no te puede impedir que vueles. Interpretar si el tipo de aeronave corresponde a las condiciones de vuelo —meteorológicas, mecánicas, operativas- es responsabilidad pura y exclusiva del piloto. Miraría a quién organizó ese vuelo con ese avión, pero nada de todo eso causó el accidente, el que decidió volar es el piloto", dijo.
Las dudas sobre las que se centran los investigadores también giran alrededor de los detalles de la contratación. Sala viajó con Ibbotson el 19 de enero de Cardiff a Nantes con la idea de pasar el fin de semana en Francia para despedirse de sus compañeros de equipo ante la nueva contratación. El vuelo de regreso se retrasó 10 horas y terminaron saliendo de noche.
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Se investiga si el piloto tenía la experiencia y las credenciales suficientes para realizar el vuelo nocturno por instrumental. "Por ahí simplemente el piloto se desorientó y terminó clavándose en el agua. Desorientarse es una cuestión física, de los sentidos del cuerpo. Te puede pasar en cualquier tipo de avión, ahí lo que va a primar es tu entrenamiento", dijo Combette.
"Es muy fácil desorientarse volando de noche, dentro de nubosidad, solo y sin otro piloto al lado que te pueda dar una mano. Lamentablemente nadie puede saber qué pasó porque no hay manera de constatarlo, aunque el abanico de opciones es bastante limitado. El accidente probablemente fue por formación de hielo, falla en el motor o desorientación", dijo Combette.