"El miércoles [6 de febrero] ya no será el día del alta de nuestro presidente, porque entró en un estado en que se le están administrando antibióticos durante al menos siete días", explicó en rueda de prensa el portavoz del Gobierno, Otávio Rego Barros.
Bolsonaro está ingresado en el hospital Albert Einstein de Sao Paulo desde el 28 de enero, cuando fue sometido a una operación para reconstruir su tránsito intestinal y retirarle una bolsa de colostomía.
La intervención es la tercera desde que el líder de la ultraderecha brasileña fuera apuñalado en el estómago a principios de septiembre.
La recuperación avanzaba sin contratiempos hasta el 2 de febrero, cuando el presidente sintió náuseas y vómito y los médicos tuvieron que colocarle una sonda nasogástrica.
Bolsonaro optó por no delegar las tareas de Gobierno en su vicepresidente, Antonio Hamilton Mourao, y oficialmente continúa al frente del Ejecutivo a pesar de su delicado estado de salud.
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El presidente no puede hablar (para evitar que bolsas de aire impidan la cicatriz del intestino) ni recibir visitas, pero mandó habilitar una especie de despacho en el hospital para contactar con su equipo de colaboradores.