El 1 de enero es una fecha que resuena en América Latina por múltiples razones históricas y políticas. Dentro del movimiento popular mexicano, es la fecha que eligió el Movimiento Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) para declararle la guerra al Estado en 1994.
"Vamos a enfrentar, no vamos a permitir que pase aquí ése su proyecto de destrucción, no le tenemos miedo a su Guardia Nacional que lo cambió de nombre para no decir Ejército, que son los mismos, lo sabemos.
Vamos a defender lo que hemos construido y que lo estamos demostrándole al pueblo de México y del mundo que somos nosotros los que estamos construyendo, mujeres y hombres, no vamos a permitir a que vengan a destruirnos ¿O sí?", dijo la comandancia Zapatista, por medio del subcomandante insurgente Moisés.
"La voz y la experiencia del Zapatismo tiene un significado particular porque de muchas maneras ha marcado la manera de hacer política en las luchas sociales en los últimos 25 años, pero tiene una posición distinta a las otras", dijo a Sputnik Laura Castellanos, periodista y autora del libro 'Crónica de un país embozado' de reciente edición.
Castellanos explicó que el EZLN no ha dejado de tener activismo político por medio de comunicados y actividades, pero sobre todo "el ejercicio de su autonomía es la más clara evidencia de su manera de hacer política transgresora y antisistémica".
"Los acuerdos de San Andrés tienen un significado especial porque legalizan constitucionalmente el derecho de las comunidades a la consulta sobre sus territorios. Si eso se hubiera aprobado en 2001, no tendríamos a lo largo del siglo XXI un país que es una gran concesión para las trasnacionales. México es una gran concesión, en su territorio hay más de 25.000 concesiones mineras", sostuvo la entrevistada.
Explicó que la ley minera fue una de las reformas legales que ha provocado mayor cantidad de conflictos comunitarios en oposición en el país, aunque también hay resistencia a megaproyectos hidroeléctricos, eólicos y turísticos que utilizan bienes naturales o causan despojo del territorio a las comunidades locales. El académico de la UNAM Víctor Toledo contó 500 conflictos publicados por el periódico La Jornada, pero para Castellanos el número es superior.
La periodista dedicó parte de su trabajo a las otras manifestaciones activas en México en las dos últimas décadas: las guerrillas armadas marxistas, las autodefensas y los anarquistas insurreccionales.
"Durante el sexenio de Peña Nieto hubo autodefensas que hicieron presencia en por lo menos 22 estados del país", detalló, aunque aclaró que eso no significa que actualmente todas estén activas, lo que no impide que hayan sido "una manifestación de la crisis del sistema de Seguridad y del sistema de Justicia. Visibilizando la violencia organizada que involucra tanto a agentes del Estado, a criminales, iniciativa privada, paraestatales por razones de colusión o de corrupción".
El Ejército Zapatista, en cambio, no busca la toma del poder. Los anarquistas también son parte del libro e involucran a una generación más joven, pero que ha encontrado en la organización radical una salida a una situación difícil y violenta que ha permeado la vida política mexicana.
También: Presidente de México convoca a jóvenes a incorporarse a la nueva Guardia Nacional
"Todos estos conflictos tienen posiciones ideológicas, orígenes, formas de organización diversas pero si hay algo en que tienen en común es que trascienden las coyunturas electorales. No están confrontándose contra un partido político en específico, están confrontando realidades estructurales", concluyó.