En la madrugada del 1 de enero de 1959 el dictador Fulgencio Batista salió de Cuba con destino a República Dominicana llevándose consigo toda su riqueza. Según trascendió, Batista huyó del país con una fortuna superior a los 100.000 millones de dólares, exiliándose primero en la República Dominicana, luego en la isla de Madeira, Portugal, y por último en la España de Franco.
"Sin que el general supiera, el amigo cumplía órdenes del Departamento de Estado pero la propuesta trascendió como una conversación fraternal. No obstante, el día 17, el embajador estadounidense Earl Smith, pide una entrevista con Batista y allí le pide oficialmente que renuncie y salga del país", contó el periodista, quien también es columnista del diario Juventud Rebelde.
En el encuentro, que tuvo lugar en la finca del dictador en La Habana, Batista le pregunta si puede irse a Estados Unidos y la respuesta fue negativa. "Le dijo que se fuera a otro país y ya se verá después", dijo Bianchi.
A juicio de Bianchi, a partir de ahí todo se desencadena: "El Che Guevara ya era imparable en Las Villas, Camilo Cienfuegos está en Yaguajay, Fidel Castro seguía la lucha en la Sierra, Raúl Castro asedia Guantánamo y hay un cerco sobre la ciudad de Santiago de Cuba, que era la segunda ciudad de importancia".
"Además se dan tres conspiraciones fuertes dentro de la ciudad militar de Columbia en La Habana y a Batista no le queda otra alternativa que salir del país. De ahí que el día 1 de enero, se da la salida de Batista, que en realidad fue una salida bastante ordenada, tuvo tiempo de renunciar y delegar el poder", aseguró el periodista.
No se sabe exactamente cuánto se llevó el general en sus maletas. Según Bianchi, se calcula que fueron, entre joyas y dinero, unos 600 millones de dólares, pero lo más grave de esto fue cómo amasó su fortuna.
"Cuando Batista da el golpe de Estado el 10 de marzo de 1952, su patrimonio era escaso", comentó el investigador.
"El general fue un hombre extremadamente ambicioso y todos conocían el sistema con que se hizo de tamaña fortuna, algo que reveló su propio secretario militar, el general Francisco Tabernilla Palmero", contó Bianchi.
"Cada vez que Batista creó una obra pública, las empresas o contratistas tenían que pagar coimas del 30% del valor de la obra, que era una cantidad considerable. Aparte de eso, cuando en 1956 asesinan en La Habana al jefe de la Policía, Rafael Salas Cañizares, el dictador se entera cuánto recibía éste por el ‘juego prohibido'. Así ordenó al nuevo jefe que el dinero fuera directamente al Palacio Presidencial", explicó el investigador.
El libro de "Los propietarios de Cuba" evidencia la cantidad de propiedades que llegó a acumular el general, entre ellas diversas publicaciones como el periódico El Mundo y varias revistas. Pero ninguna de ellas cupo en las apretadas maletas del general.
Batista permaneció en España hasta su muerte en 1973, a causa de un infarto en la localidad de Marbella. Está enterrado en el cementerio de San Isidro en Madrid, junto a su esposa y uno de sus cinco hijos.
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