Para finales de 1958, la Revolución era un hecho inminente en toda Cuba. La invasión hacia Occidente llevada a cabo por Camilo Cienfuegos y el Che Guevara vivía sus últimos días en el centro del país.
El cerco al cuartel comenzó la mañana del 21 de diciembre, la columna "Antonio Maceo" iba a la vanguardia. Un día después, Cienfuegos se une a su vanguardia, reforzando el cerco que para entonces ya contaba con unos 250 hombres.
Los batistianos, por su parte, además del cuartel ocupaban la alcaldía, la planta eléctrica, el hotel Plaza y otros lugares que por sus alturas dificultaban el ataque y el movimiento de los guerrilleros, según el sitio Radio Rebelde.
Fue entonces cuando se decidió liberar primero el área urbana, y para Nochebuena la resistencia había cesado. Parte de los "casquitos" (cómo se les conocía a los soldados del Ejército) huyó hacia la fortaleza militar y la mayoría fueron capturados.
De inmediato, obreros del entonces central Narcisa se pusieron manos a la obra: adaptaron un 'bulldozer', que fue cubrieron con planchas de acero que el propio Cienfuegos probó con disparos de variadas armas la resistencia del blindaje. Lo llamó Dragón I.
Según recoge la historia de Cuba, el vehículo realizó tres ataques, ocasionando un gran impacto psicológico entre las fuerzas enemigas y contribuyó sin dudas al desenlace. El 31 de diciembre la situación era insostenible para los sitiados, quienes acabaron por rendirse.
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En la tarde, el Comandante Camilo Cienfuegos envió al Che Guevara el informe más emotivo de su carrera militar: "Che: se rindió Yaguajay —escribió de su puño y letra—, estoy contando las armas, son más de 350 fusiles, tres trípodes, un mortero 81, una bazooka y equipo, te veo mañana, Camilo". Unas horas después, la Revolución triunfaría en toda Cuba y este comandante pasaría a la historia como "el héroe de Yaguajay".