Con estos preservativos agujereados, aquellos católicos convencidos que deseen no ir en contra de sus creencias religiosas tendrán las manos y la conciencia limpias. Lo único que tienen que hacer es ponerse el condón perforado y practicar el coito con su esposa. De esta forma, no se evita la función reproductiva del acto sexual —ya que parte del semen logra salir del preservativo— y, a la vez, permanece dentro del condón la cantidad necesaria para que, por su propia cuenta, la persona en cuestión se la lleve a la clínica para analizar.
"El esperma también se puede obtener fuera del laboratorio, durante el acto sexual, con un preservativo especial que no contenga sustancias que dañen a los espermatozoides", señala.
Para que los espermatozoides lleguen vivos y coleando —cnunca mejor dicho—, hay que seguir una serie de pautas. No deben llegar al laboratorio pasada la hora desde el momento de la eyaculación. Además se deben transportar a una temperatura que oscile entre los 20ºC y los 37ºC.
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A estos análisis de esperma en los que se usa un preservativo especial, algunos periódicos polacos los están llamando 'análisis a la católica'. Uno de los fundadores de la clínica CMS Code, el profesor Tadeusz Pietrucha, no está muy contento con que se estén llamando así.
"Creemos que esta forma de hacerse análisis es cómoda no solo para los católicos, sino para la gente de cualquier confesión religiosa. No existe nada llamado investigación moral 'católica' e 'inmoral'. Solo existen dos criterios en la investigación: profesional y no profesional. Para nosotros lo importante es ser profesionales: garantizar las condiciones dignas y privadas para llevar a cabo la investigación".
El padre Kiril, de la Catedral de la Inmaculada Concepción de Moscú, explica a Sputnik que los condones perforados existen desde hace mucho tiempo y que no impiden concebir ni practicar "ese acto de amor que garantiza la continuidad de la vida".