En particular, los pilotos destruyeron varios blancos terrestres al despegar del aeródromo de la base aérea Kant. Ni siquiera las nubes bajas impidieron que cumplieran su tarea, informa el medio.
Los Su-25 sobrevolaron el espacio aéreo de Kirguistán a altitudes de entre 200 y 2.500 metros y desarrollaron velocidades de hasta 700 kilómetros por hora. En general, la escuadrilla realizó más de 30 vuelos y aniquiló a todos los blancos que fueron planteados para estos entrenamientos.
La base aérea rusa Kant sigue siendo un bastión seguro de las fuerzas de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva en Asia Central.
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El principal constructor del Su-25 fue el excomandante del tanque T-34, Oleg Samóilovich. Su experiencia obtenida en la Segunda Guerra Mundial le enseñó que un avión de asalto que opera a altitudes bajas tiene que estar protegido con una coraza. Esta es la razón por la que el avión Su-25 se convirtió en un auténtico 'tanque volador' heredando este sobrenombre del Il-2.