"La producción petrolera en los yacimientos de México no se puede incrementar por decreto, porque el petróleo fácil ya se acabó; los trabajos para desarrollar la mayoría de sus campos pueden demorar de tres a 10 años, según los estándares internacionales de tecnología e inversiones", dijo Juárez, consultor asociado del portal especializado Petroleumworld.
El propio mandatario dijo después de asumir la presidencia el 1 de diciembre que "no queremos alarmar, pero hace 14 años la producción de petróleo era de 3,4 millones de barriles diarios (2004) y en la actualidad es de 1,9 millones de barriles al día (…), es una tendencia a la baja, porque se abandonó el sector energético y la industria petrolera".
La excepción está en las rocas de esquisto (shale), que pueden aportar producción en unos seis meses después de comenzar los trabajos de extracción, explicó el investigador, recién posdoctorado en estudios energéticos por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey.
López Obrador ya descartó la explotación de esos campos rocosos por su negativa a utilizar la tecnología de fractura hidráulica desarrollada en EEUU que considera ecológicamente dañina, y solicitó al ente regulador cancelar las licitaciones en la cuenca rocosa de Burgos (norte del país).
Esos yacimientos de esquisto son una prolongación de la formación geológica de Eagle Ford de Texas (sur de EEUU), que permitió a las compañías estadounidenses disparar su producción a 11 millones de barriles de crudo diarios, por primera vez en su historia.
Un clima adverso a las 73 compañías de 20 países que han firmado 107 contratos con el Estado mexicano en tres años, podría empujarlas a buscar otros destinos en el mundo, o en la región, como Brasil, Colombia o incluso Cuba, estimó.
"Los contratos nunca contemplaron una producción inmediata en los yacimientos licitados, excepto en algunos campos maduros terrestres" que ya había explotado la petrolera estatal Pemex, cuya aportación a la producción total es mínima.
El presidente presentará el próximo fin de semana sus cuatro proyectos estratégicos energéticos: extraer petróleo y gas con urgencia; reconfigurar las seis viejas refinerías que tiene el país; construir una nueva planta refinadora desde 2019 en el estado de Tabasco, y producir más energía eléctrica.
Comprendiendo la industria petrolera
Juárez consideró que "el presidente o sus asesores parecen desestimar o no comprender el complejo proceso de producción en la industria petrolera contemporánea".
"La extracción de hidrocarburos depende hoy de costosas tecnologías de punta para campos no convencionales que pueden tardar en desarrollarse de tres a 10 años, dependiendo de las características geológicas de cada yacimiento", explicó Juárez.
Esas limitaciones son peores en los complejos yacimientos bajo en lecho marino, en las complicadas aguas profundas del Golfo de México.
"Allí la maduración de los trabajos de extracción es de muy largo plazo, entre cinco y 10 años, que son estándares internacionales, sin contar la incertidumbre de esas profundidades de más de dos kilómetros de tirantes de agua", prosiguió.
Juárez pronostica que las obras para mejorar la capacidad de refinación, diseñada originalmente para crudos ligeros de fácil procesamiento que ya no se consiguen en este país, y no para los crudos pesados con mayores impurezas de los campos mexicanos, podrían concluir cerca del final del mandato de López Obrador, en 2024.
Además, los consumidores mexicanos son castigados con impuestos especiales a los precios de las gasolinas, para alimentar el presupuesto federal.
Finalmente, el mandatario tiene el plan de relanzar a Pemex con un presupuesto 25.000 millones de dólares en 2019, por encima de los 21.300 millones de dólares invertidos este año.
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"Ese monto para el año próximo sigue siendo muy bajo, comparado con los 40.100 millones de dólares invertidos por Pemex en 2014, sin contar la depreciación del peso frente al dólar", puntualizó el especialista.
En suma, los dilemas tecnológicos y de inversión complicarán el aterrizaje del ideal de los años pasados del boom petrolero a la realidad de la industria energética actual.