En total, el cuerpo armado intervino 322 armas de fuego y 50.000 cartuchos.
La operación Golalde se llevó a cabo en Madrid, Gijón (Asturias) y Torrelavega (Cantabria); en los últimos dos municipios los uniformados encontraron dos talleres de armamento donde se rehabilitaban armas robadas.
Las armas se vendían a narcotraficantes y delincuentes especializados en el asalto a la propiedad, pero la Guardia Civil temía que también pudieran terminar en manos de células yihadistas.
"Las organizaciones yihadistas no tienen canales logísticos para suministrarse de armas y deben recurrir al mercado negro nacional", declaró en rueda de prensa el capitán Fernando Castellanos, del Servicio de Información de la Guardia Civil.
Según los responsables de la operación, que se saldó con éxito, los terroristas "tienen la firme determinación, pero muchas veces les faltan los medios" para procurarse las armas.
A los cuatro detenidos se les imputan delitos de tráfico de armas, depósito de armas de guerra y depósito de municiones, informa el medio al agregar que uno de ellos tenía antecedentes por violencia doméstica.
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En total se efectuaron 11 registros en domicilios y locales vinculados a la operación.
Los detenidos, que pasaron ya a disposición judicial, anunciaban las armas por internet y después utilizaban sistemas de mensajería encriptados para venderlas y, con el fin de dificultar la vigilancia policial, utilizaban un lenguaje de mecánica automovilística.