En realidad lo que entonces estaba buscando este experto informático era protección diplomática para escapar de la agobiante persecución que sufría a manos de las autoridades estadounidenses, quienes no le perdonan haber difundido escandalosos y avergonzantes secretos de Estado.
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Fundada en 2006 por Assange, WikiLeaks se ha convertido en el caballo de Troya de muchos gobiernos occidentales.
No era la primera vez que Ecuador ideaba alternativas para resolver el asunto. A finales de 2017, concedió al australiano la nacionalidad ecuatoriana, pese a que no cumplía todos los requisitos de la legislación nacional, para que pudiera acceder a un salvoconducto diplomático y, con ello, trasladarse a la Embajada en Rusia. Reino Unido no lo aceptó. También se intentó darle un nombramiento diplomático para que pudiera concluir su encierro. No funcionó.
Es lógico que estos parlamentarios europeos se inquieten por el caso ya que tiene graves implicaciones para la libertad de expresión no sólo en EEUU sino también en todo el mundo. El futuro de Assange está ligado a la libertad de prensa. Abre la vía a la muerte del mensajero; abre el debate sobre la magnitud de las cloacas de los Estados.
Lo lamentable es que, como publica el director de Le Monde Diplomatique, Serge Halimi, "el ensañamiento de las autoridades estadounidenses con Assange se ve alentado por la cobardía de los periodistas que lo abandonan a su suerte, o incluso que se deleitan con su infortunio. Así, en el canal MSNBC, el presentador estrella Christopher Matthews, excacique del Partido Demócrata, se atrevió a sugerir que los servicios secretos estadounidenses deberían "actuar al estilo israelí y secuestrar a Assange".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK