Marine Le Pen, la jefa del partido francés, Reagrupamiento Nacional (RN) fue la primera en felicitar al primer dirigente de Vox, Santiago Abascal, en la noche del domingo 2 de diciembre. Para Le Pen, el nacimiento parlamentario de Vox supone otro éxito de esa Europa de naciones que se opone a los dictados de Bruselas y Berlín. RN y Vox coinciden en algunos puntos, pero sus diferencias son también grandes por los distintos escenarios nacionales en el que se desenvuelven.
Vox irrumpe con estrépito en la sede del legislativo andaluz con 12 diputados de los 109 del Parlamento, cuando las encuestas oficiales, controladas por el gobierno socialista, le otorgaban de 1 a 4. La importancia de su éxito se mide también por haberse convertido en el elemento que puede orientar la configuración del futuro gobierno andaluz.
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El Partido Socialista Obrero Español de Andalucía (PSOE-A), que permanecía en el poder desde hace 36 años, sufre un batacazo espectacular, que no esperaba. Se mantienen como primer partido en escaños y ello lleva a su líder Susana Díaz a pedir el apoyo de los "constitucionalistas", es decir, Partido Popular (derecha) y Ciudadanos (Centro), para mantenerse en el poder como formación más votada y hacer frente unidos contra lo que califica de la "extrema derecha de Vox".
Ciudadanos también canta victoria. Es el partido que más crece; pasa de 9 a 21 puestos, lo que le otorga lo que antes se llamaba la victoria moral, pero no le facilita el acceso a la presidencia regional.
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A la izquierda del Partido Socialista, la formación Adelante Andalucía, que no quiso comparecer bajo las siglas de sus hermanos, Podemos, ha perdido cinco puntos y tres escaños. Sumados a los socialistas, la izquierda andaluza sufre un agujero de más de 700.000 votos.
Aunque Vox quedara fuera de un eventual gobierno, para los socialistas sería un argumento de futuro: "PP y C'S se unen a la extrema derecha para gobernar".
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Como estrategia electoral es legítima. Pero es también una contradicción ética, pues la propia Susana Díaz llama a los partidos constitucionalistas a "hacer frente al Fascismo". Poder seguir al frente del gobierno después de su debacle en las urnas parece pretencioso. Una dimisión y un apoyo crítico a un gabinete de centroderecha podría ser más elegante, si quiere marginar a Vox.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 8 августа 2018 г.
Una derrota para Pedro Sánchez
Pero Andalucía debe leerse también en clave nacional. Pedro Sánchez gobierna en España con el apoyo de partidos no precisamente constitucionalistas, sino con fuerzas independentistas que rechazan la Constitución y con el sostén de otras formaciones de extrema izquierda que también denuestan la actual Carta Magna.
Por eso, los comicios andaluces representan una bofetada electoral para Sánchez. Su rivalidad con Susana Díaz será esgrimida por algunos. Pero la realidad es que su situación es delicada. Sánchez ha perdido todas las elecciones a las que se ha presentado personalmente. Las andaluzas eran las primeras desde su llegada al gobierno por una carambola parlamentaria, eso sí, constitucionalmente legítima. Y por primera vez en la historia andaluza, los socialistas, bajo su jefatura, sufren una hecatombe.
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Sánchez ya ha empezado a ser acosado, aún más, por sus socios parlamentarios independentistas. Convocar elecciones anticipadas se considera un peligro, dicen algunos, por el arrastre que la ola andaluza podría suponer en toda España. Aguantar en la Moncloa bajo la presión de unos partidos que en realidad son sus principales enemigos políticos puede ser también muy arriesgado. Utilizar a Vox como espantajo no funciona. Agitar el voto del miedo y entonar el "No pasarán" es solo folklore histórico. El nacionalpopulismo entra por el sur de España. Como por cualquier punto cardinal de Europa.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK