'The implant files' es un extenso informe llevado adelante por el Consorcio Internacional de Periodistas Investigadores (ICIJ, por sus siglas en inglés). Según los datos revelados, empresas que desarrollan implantes han comercializado durante años millones de dispositivos defectuosos (marcapasos, prótesis, lentillas, desfibriladores), sin que ningún ente gubernamental los controle de forma estricta.
La idea de desarrollar esta investigación surgió a partir de la experiencia de la periodista holandesa Jet Schouten, quien consiguió que una malla común para transportar naranjas pasara el primer control de la Unión Europea como malla vaginal, un producto sanitario pensado para mujeres.
Con este dato, 58 periodistas de 36 países del Consorcio comenzaron la investigación que llevó año y medio. En el sitio web de la organización se comparten distintas historias, en las que se detallan las consecuencias de esta situación para la salud de los pacientes, como dolores crónicos, envenenamiento, e incluso la muerte.
"El primer problema está en el proceso de certificación cuando las agencias europeas y estadounidenses dicen que un producto es seguro, pero lo hacen con muy pocos controles", explicó a Sputnik Daniele Grasso, periodista italiano que trabaja para el diario El Confidencial de España.
La industria de los implantes tiene un mercado global, y sus fallas se reproducen en todos los países. En América Latina, África y Asia, los gobiernos no regulan los dispositivos médicos, porque confían en los certificados de la FDA (Food and Drug Administration) de Estados Unidos, y en la Agencia Europea de Medicamentos.
En este negociado perverso juega un rol importante el lobby de las empresas que corrompe a la comunidad médica, que no denuncia las fallas de los implantes, en un caso grave de conflicto de intereses.
"A mí me ha sorprendido mucho la endogamia que hay en el sector médico: hay mucho miedo a denunciarse entre ellos y decir que alguien ha hecho algo mal. Además, el conflicto de intereses: que un médico implante un producto y reciba dinero para hablar bien de ese producto es visto como algo normal", dijo Grasso.