"Esta parada de Bolton en Río (que aprovecha el viaje a Argentina para la cumbre del G20) es una especie de señal de que EEUU está satisfecho en cómo Brasil está repensando sus relaciones exteriores, en particular con ellos", comentó a Sputnik el profesor de relaciones exteriores de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Paulo Sérgio Wrobel.
La visita del presidente estadounidense parece poco probable (en estos casos EEUU suele enviar al vicepresidente), por lo que una confirmación se interpretaría como un gesto de apoyo elocuente.
Bolsonaro ha expresado en numerosas ocasiones su voluntad de acercar posiciones con EEUU.
Este mismo miércoles, al hablar de la visita de Bolton, ironizó: "Qué cosa rara elegir a un presidente de la República que no es enemigo de EEUU, que se llama Jair Bolsonaro".
Esta semana, uno de los hijos del líder ultraderechista, Eduardo Bolsonaro, diputado por el estado de São Paulo (sur), viajó a Washington y se reunió con representantes de la administración de Trump y de la Organización de los Estados Americanos (OEA).
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Eduardo Bolsonaro incluso fue fotografiado con una gorra en apoyo a la candidatura de Trump para las elecciones de 2020.
Para Wrobel, el futuro Gobierno de ultraderecha "retomará" una relación con EEUU que en cierta forma quedó en segundo plano durante las administraciones de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) y Dilma Rousseff (2011-2016).
De ahora en adelante se prevé mucha sintonía, por ejemplo, en la forma de tratar la cuestión ambiental y el cambio climático (Trump sacó a EEUU del Acuerdo de París y Bolsonaro también se mostró muy crítico).
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Pero Wrobel advirtió que por más que Brasil quiera tener en EEUU un aliado preferencial, no podrá cambiar radicalmente su política externa.
Wrobel se refería al artículo "Trump y Occidente", en el que el futuro ministro de Exteriores de Brasil definió al presidente estadounidense como un símbolo de "la recuperación del pasado simbólico, de la historia y de la cultura de las naciones occidentales".
El primer encuentro entre Trump y Bolsonaro pudo haberse materializado este viernes y el sábado en Buenos Aires, en la cumbre del Grupo de los 20 países industrializados y emergentes (G20).
Bolsonaro fue invitado a asistir por el presidente saliente de Brasil, Michel Temer.
Pero el presidente electo, alegando que aún se recupera de la cuchillada en el abdomen que sufrió en septiembre y que está terminando de definir a los ministros de su gabinete, declinó la invitación.