"A Fidel Castro es muy difícil olvidar, casi imposible. Ni siquiera sus enemigos y detractores pueden obviar su legado, porque dejó una huella imborrable en millones de seres humanos. Fue el mejor estadista de su tiempo", afirmó a esta agencia Menéndez.
Menéndez recordó que cuando Fidel Castro entró triunfante en La Habana al frente del Ejército Rebelde, en enero de 1959, después de tres años de lucha en las montañas contra la dictadura del general Fulgencio Batista, él apenas tenía 22 años y estudiaba en la Escuela Normal de Maestros de La Habana.
"Fue la esperanza de millones de personas en esta isla y en el mundo, era un líder de nuevo tipo, sin compromisos con los ricos ni con los poderosos, desde el principio apostó por darle al pueblo lo que más necesitaba, educación y salud, pero sobre todo derechos a vivir con dignidad y sin doblar las rodillas", rememora el anciano pedagogo de 82 años.
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Según Menéndez, fue Fidel Castro quien colocó a Cuba en la mirada del mundo.
"Antes solo éramos una isla que producía azúcar, tabaco, músicos y mulatas lindas —comentó—, pero Fidel demostró que también teníamos excelentes científicos, educadores, deportistas, intelectuales y hasta aguerridos militares internacionalistas".
"No puedo entender que un dictador empodere a los más pobres, le devuelva dignidad a los negros, de protagonismo a las mujeres y defienda el derecho de los niños a vivir con justicia y equidad. Eso no es dictadura, en todo caso altruismo", subrayó Menéndez.
"Él está en la memoria de la mayoría de los cubanos, de su pueblo que siempre lo siguió sin dudar durante más de 50 años porque tuvo la valentía de marcar la ruta, de reconocer sus errores y corregir, y esa lealtad de millones de cubanos durante tanto tiempo es lo que sus enemigos no perdonan", enfatizó el maestro jubilado.
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