"Tenemos 26 páginas de palabrería, un documento vacío… el Brexit a ciegas que todos nos temíamos", replicó el líder laborista, Jeremy Corbyn, a May durante la presentación del documento en la Cámara Baja.
Ambos documentos componen el pacto global del Brexit que el Ejecutivo conservador ha de someter al "voto significativo" de los diputados si o cuando lo apruebe el Consejo Europeo.
El excanciller Boris Johnson, que salió del Gobierno en oposición al plan Brexit de la primera ministra, instó a "echar a la basura" el protocolo norirlandés —la garantía o 'backstop' para evitar puestos fronterizos— que aboca a un "Brexit completamente sin sentido".
"Concede a la UE un veto continuo sobre el poder unilateral de todo el Reino Unido para realizar acuerdos de libre comercio o para recuperar el control de nuestras leyes", denunció el también exalcalde de Londres.
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"Si quiere el apoyo de nuestro partido al acuerdo de retirada, necesitamos que el 'backstop' se sustituya por los arreglos alternativos", desafió Jeffrey Donaldson, portavoz del Brexit en el DUP.
Otros censuraron la factura de 38.000 millones de libras (por encima de 40.000 millones de euros) que el Gobierno se ha comprometido a pagar a la UE sin conocer los términos de la futura relación comercial.
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Tan solo un puñado de conservadores se alzaron en defensa de la primera ministra y apreciaron la "tenacidad" que ha demostrado en las últimas semanas de negociación con Bruselas.
"No aceptar este acuerdo significa más incertidumbre, más división y el retorno al punto de partida", advirtió May.
El regreso al principio contentaría al creciente sector de los Comunes y de la población en general que demanda un "voto popular" sobre el acuerdo Brexit, incluida la opción de continuar dentro de la UE.
La versión final de los términos del divorcio y el marco general de la relación en el futuro debería someterse a voto en una reunión especial del Consejo Europeo prevista este domingo 25 en Bruselas.