Durante los últimos tres años ha llovido en el núcleo hiperárido del desierto de Atacama, en el norte de Chile. En otras palabras, se vieron arcoiris donde durante 150 millones fue un semidesierto, y en los últimos 15 millones, tierra totalmente árida. En ese núcleo se han formado lagunas hipersalinas que han persistido varios meses.
Los suelos del núcleo Atacama son "altamente salinos", enriquecidos en nitratos, sulfatos y percloratos, y "extremadamente pobres" en materia orgánica, explican los científicos en el informe. Aún así, se constató que hay especies microbianas que habitan la zona: unas adaptadas a la sequía extrema.
Un grupo de científicos españoles encabezado por los astrobiólogos Armando Azua-Bustos y Alberto González Fairén, que han estado trabajando por años en el lugar, descubrieron que lo que sucedió en la zona más árida del mundo debe haber sido lo que pasó en el planeta rojo.
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Los microorganismos autóctonos de Atacama que estaban adaptados para sobrevivir con escasas cantidades de agua líquida, murieron al verse inundados de forma repentina y masiva.
"Nuestros resultados muestran que la ya baja biodiversidad microbiana de las regiones áridas extremas disminuye considerablemente cuando el agua se suministra rápidamente y en grandes volúmenes", se lee en el informe publicado en la revista Nature.
Teniendo en cuenta los hallazgos, los científicos concluyeron que el planeta rojo, caracterizado por su hiperaridez y que hace 4.500 y 3.500 millones de años experimentó inundaciones catastróficas, debe haber sufrido el exterminio de sus especies microbianas del suelo superficial cuando se vio inundado.