El 20 de noviembre comenzó una de las últimas batallas más importantes que tuvo lugar en la zona, dirigida personalmente por el comandante Fidel Castro, que abrió a los rebeldes las puertas del llano en su ofensiva final hacia Santiago de Cuba, la capital de oriente.
Guisa es un municipio montañoso de la provincia Bayamo, enclavado en plena Sierra Maestra. Allí, cerca de 200 rebeldes protagonizaron uno de los combates más estratégicos contra miles de efectivos militares, que les permitió aprovechar los armamentos para continuar la ofensiva, mientras en otras zonas orientales se llevaba a cabo la Operación Gancho.
Desde el primer combate hubo una sucesión de enfrentamientos, estratégicamente organizados por Castro, que fueron debilitando a la fuerza enemiga. Sólo en el primer combate el Ejército perdió una camioneta, un ómnibus y un jeep, según Ecured.
Al día siguiente llegaron los refuerzos del Ejército apoyados por un tanque Sherman. Este envío reforzó un pelotón en la guarnición del cuartel del lugar y el tanque se retiró a la ciudad de Bayamo.
Los enfrentamientos se mantuvieron hasta que en la madrugada del 27 de noviembre, uno de los tanques T-17 del refuerzo batistiano al tratar de salir por la cañada del río Cupeinicú quedó atrapado por la pendiente, y fue abatido por los rebeldes con un mortero 81 y ametralladoras calibre 30.
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El refuerzo del Ejército llegó, esta vez, precedido por dos tanques pesados Sherman M-4 y los obuses. Se combatió durante todo el día, y uno de los tanques M-4 logró sacar a remolque el T-17.
Desde La Habana también enviaron cuatro bombarderos B-26 que unidos a otros efectivos que tenía el Ejército, sumaron 10 y ametrallaron constantemente la zona. Así localizaron la posición del capitán Coroneaux y destrozaron la trinchera con un tanque M-4, ocasionando la muerte del capitán y otros combatientes en la estratégica Loma del Martillo (que hoy lleva su nombre).
No obstante, la intensidad del fuego rebelde puso en fuga a los soldados que abandonan tres camiones con más de 20.000 balas calibre 30,06, un radio y 13 fusiles automáticos. Con el botín de guerra capturado se armaron nuevos reclutas y la acción, que culminó el 30 de noviembre, destacó como una gran victoria para los guerrilleros.
El enemigo sufrió 160 bajas, se ocuparon unas 35.000 balas, 14 camiones, un tanque T-17 en buen estado, 94 armas largas: entre ametralladoras, fusiles Garand y Springfield y carabinas San Cristóbal. También contaron siete ametralladoras de trípode calibre 30, dos morteros de 60 milímetros, un mortero de 81 milímetros, una bazuca, 55.000 cartuchos de combate, 95 granadas de mortero, 20 cohetes de bazuca y 300 mochilas completas, según Cubadefensa.
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Aunque el Ejército batistiano concentró en Guisa una importante cantidad de soldados y medios de combate, los rebeldes le asestaron una tremenda derrota que aseguró las posiciones de la guerrilla en el oriente cubano y consolidó la figura de Castro como líder y estratega militar.