Veinte de las muñecas más populares del mundo, las matrioshkas, salieron a mediados de octubre de Rusia para acabar en pareja en Barcelona, Bruselas, Shanghái, Berlín, París, Ciudad del Cabo, Buenos Aires, Londres, Dubái y Milán. Las dos que han viajado a Barcelona se exponen estos días en el Palacio del Marqués de Alfarrás.
"No sé ni quién, ni cómo me encontraron desde Rusia, pero tiene un punto de magia que a mí me encanta. Las cosas pasan por una razón", dice a Sputnik.
Gina Pórtera nació en Barcelona en 1963. Pinta, diseña y esculpe. Sus creaciones se han paseado por las galerías de Alemania, Noruega, Austria y Francia. Explica que su trabajo en la candidatura de Ekaterimburgo para la Exposición Internacional de 2025 "fue un poco fruto del azar".
Las 20 matrioshkas son parte de un proyecto artístico con el que el comité organizador de la candidatura de Ekaterimburgo quiere promocionar la ciudad y su propuesta. Del diseño de la mitad de las muñecas se encargaron artistas rusos y, del de la otra mitad, artistas extranjeros. En su interior no hay más muñecas pequeñas, sino un chip de alta tecnología con el que quienes se acerquen a ellas con el teléfono móvil podrán recibir información sobre Ekaterimburgo y sobre lo que han significado para el mundo las Exposiciones Universales.
Tras aceptar la propuesta, Gina comenzó a empaparse de Ekaterimburgo, de Rusia y de la propuesta del país para la Expo 2025. Asegura que en Ekaterimburgo abundan los tonos verdes, blancos, azules y anaranjados.
El diseño, que nació del estudio de la ciudad y de los valores que quería transmitir la candidatura, plasma todas las ideas que hacen especial a Ekaterimburgo y su Exposición Universal.
"Yo tenía que entender qué personalidad tenía la urbe para poder expresar lo que quería la ciudad. Es preciosa. ¡Es tan blanca y con esos tejados verdes! (…) Tengo amigos rusos que me habían dicho que Rusia era un país más bien oscuro. ¡Así que me sorprendieron mucho esos dorados, esos verdes, esos colores agua!", exclama a Sputnik.
Fue entonces cuando quedó claro que su matrioshka debía ser alegre, sonriente, de colores vivos y potentes y que tenía que gritar '¡vida!'. De ahí que decidiese pintar un enorme nenúfar a los pies de su matrioshka, un símbolo muy recurrente en los trabajos de la artista.
"La flor de loto es símbolo de la cultura asiática y oriental. Y Ekaterimburgo, por su situación geográfica, es puente entre Occidente y el mundo asiático. En mis cuadros a menudo el loto simboliza la parte interna del ser humano, la esencia o el alma. Me imaginé a la matrioshka naciendo del centro del nenúfar", revela.
La artista catalana tampoco se olvidó de plasmar el compromiso de la Expo 2025 de Ekaterimburgo con el medioambiente, con las nuevas tecnologías y con el papel que estas pueden jugar a la hora de mejorar el bienestar de las personas. Por eso su matrioshka sujeta con cariño una bola del mundo con Rusia en el centro que se ilumina en la oscuridad.
"En la matrioshka hay muchísimos colores. Está llena de tonalidades y de figuras cuadriláteras que van confluyendo y encontrándose. Esos puntos en los que se encuentran los pinté de blanco para que, cuando las luces de los locales en los que se exponga se apaguen, durante unos instantes la matrioshka se ilumine de estrellas", explica.
Esas estrellas quieren recordar que las nuevas tecnologías —a las que Ekaterimburgo quiere dar voz en 2025— seguirán funcionando e iluminando a la humanidad incluso cuando estemos durmiendo.
La matrioshka de Gina viajará el 23 de noviembre a París, donde se espera que la Oficina Internacional de Exposiciones desvele el nombre del país que acogerá la Expo en 2025. Después de pasar por Francia, las matrioshkas como la de Gina comenzarán a dar la vuelta al mundo. El 'tour' durará dos años. Los necesarios para poder explicar bien la propuesta de Ekaterimburgo para la Exposición Universal de 2025 y lo que puede ofrecer la puerta de Asia al mundo. Una puerta de colores dorados, verdes y azules.
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