"Ahora puedo decirlo, durante la consulta no podía, porque tenía que hablar con imparcialidad; pero en el fondo, lo que estaba de por medio en la construcción del aeropuerto de Texcoco (el lago disecado donde aún se construye el NAIM) era quedarse con los terrenos del actual aeropuerto (AICM)", explicó López Obrador sobre los dos complejos aeroportuarios vecinos, en el oriente de la capital.
"Llegué a ver hasta el anteproyecto en las 600 hectáreas del actual aeropuerto, ya tenían pensado hacer una especie de Santa Fe", dijo en referencia a una lujosa zona residencial y comercial desarrollada al poniente de la capital en lo que antes fue un gigantesco basurero municipal capitalino.
Según el mandatario electo, esos negocios se proyectaron hacia el futuro.
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López Obrador desestimó la caída de 4,2% de la bolsa mexicana de valores ocurrida el día de su anuncio, acompañada por la peor depreciación del peso en dos años, de 3,6%, superando la barrera de los 20 pesos por dólar, y el derrumbe de la calificación de los 6.000 millones de dólares de deuda emitida para el NAIM, cerca de convertirse en bonos basura.
"Hubo un deslizamiento del peso, para decirlo de manera eufemística, no una devaluación, pero ya se va a recuperar", confió el mandatario electo.
¿Por qué están molestos los inversionistas?
El líder de la izquierda nacionalista dijo que los inversionistas no deben temer, porque las inversiones y los contratos serán garantizadas, a pesar de las alarmas y efectos en los mercados.
El mandatario electo sacudió la larga transición mexicana de cinco meses, entre el día electoral del 1 de julio y la toma de posesión del 1 de diciembre, que parecía tersa, hasta que estalló la controversia sobre la mayor obra de infraestructura del Gobierno saliente, del presidente Enrique Peña Nieto.
Sobre "el ruido" por la consulta popular sobre el aeropuerto, realizada del 25 al 28 de octubre, aseguró que "es una campaña orquestada por los que se sienten afectados, hemos dicho una y mil veces que vamos a garantizar las inversiones", enfatizó.
Las obras tenían una avance de 20% según López Obrador, y 35% según los inversores, con un costo de 13.500 a 15.000 millones de dólares, administrados por un fideicomiso público-privado, en el que participaba el principal magnate del país, Carlos Slim.
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"Serénense, tranquilícense, ya se llevó a cabo un cambio en el país, hay que notificarles a algunos, hay que informarles que ya es otro México y que yo no voy a ser el florero, no estoy de adorno, yo traigo un mandato de los mexicanos; quieren que se acabe y se destierre la corrupción y la impunidad, y me canso ganso: vamos a acabar con la corrupción", advirtió en su estilo coloquial.
En cuanto a los inversionistas que tenían contratos en la obra que será cancelada, López Obrador abrió la posibilidad de contratarlos de nuevo en la construcción del nuevo aeropuerto en la base militar Santa Lucía, 35 kilómetros al norte del NAIM, que se levantaba en el lecho disecado del capitalino lago Texcoco.
"Se les va a garantizar que sus obras puedan realizarse, nada más que ya no en Texcoco, ahora en Santa Lucía, y vamos a llegar a un acuerdo", propuso.
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Finalmente propuso crear una comisión negociadora con los empresarios e inversionistas de la obra cancelada.
Por su parte, el empresario Alfonso Romo, quien dirigirá la oficina de la presidencia y liderará la negociación, descartó que se haya acabado la luna de miel del mandatario electo.
"Apenas llevamos tres semanas de luna de miel, nos faltan seis años, no se preocupen, todo va a salir bien", prometió el principal enlace del próximo gobierno con el empresariado.