La campaña de Bolsonaro se habría financiado en parte con dinero irregular de empresarios afines, que habrían contratado a agencias de marketing para que distribuyeran cientos de miles de mensajes en grupos de WhatsApp (en muchos casos con contenido falso y difamatorio contra Haddad), según desveló el diario Folha de Sao Paulo.
Haddad habló de "intento de fraude electoral" y llegó a decir que quien debería enfrentarse a él en la segunda vuelta sería Ciro Gomes (Partido Democrático Laborista), que quedó en tercera posición, ya que en su opinión Bolsonaro ganó ampliamente en la primera vuelta haciendo trampas.
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Bolsonaro, por su parte, negó estar al tanto de esas irregularidades y dijo no poder controlar lo que hacen sus seguidores, mientras que su entorno acusó al diario de mentir y varios simpatizantes amenazaron a la periodista que publicó las informaciones.
Sus palabras provocaron fuertes críticas en el Poder Judicial y en buena parte de la clase política (el expresidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002) dijo que olían a "fascismo"), pero no fueron las únicas palabras en tono amenazante que salieron del entorno del favorito para convertirse en nuevo presidente de Brasil.
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El propio Bolsonaro afirmó, en un mensaje dirigido a miles de seguidores que se manifestaban en Sao Paulo, que estaba dispuesto a hacer "limpieza", y subió el tono hacia sus opositores: "O se van fuera o van a la cárcel; esos rojos marginales estarán prohibidos en nuestra patria", llegó a decir.
Según una encuesta del Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadística (Ibope) divulgada el 23 de octubre, Bolsonaro tendría el 57 por ciento de las intenciones de voto, y Haddad el 43.
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En el PT se habla de luchar hasta el final por la "remontada" porque en una semana Bolsonaro cayó dos puntos y Haddad subió dos, pero en realidad, pocos confían en que apenas unos días se consiga revertir una situación que está muy consolidada desde hace tiempo.
El candidato del PT tampoco ha podido jugar con la baza de los debates de televisión, donde confiaba en poder desgastar a Bolsonaro.
El líder de la ultraderecha, que al principio alegaba que no participaba en los cara a cara por cuestiones médicas (sigue recuperándose de una puñalada que recibió a principios de septiembre), finalmente asumió que no lo hace por una cuestión estratégica.
Sabiéndose claro favorito, el capitán militar no ve la necesidad de exponerse a un riesgo innecesario y se centra en difundir sus mensajes en las redes sociales o en entrevistas en medios afines.
En un clima de gran polarización, planteado por Haddad como "democracia frente fascismo" y por Bolsonaro como "renovación frente a regreso del PT al poder" las propuestas concretas de los programas de Gobierno quedaron en un segundo plano, y los dos candidatos optaron por apelar a los sentimientos de los electores.