"Según el informe del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Colombia, los mataron con tiros de armas de fuego de calibre 9 milímetros, en la parte posterior izquierda de la cabeza. Todos tenían disparos en otras partes del cuerpo", señala la investigación que asegura que fueron asesinados en territorio colombiano.
Ortega, Rivas y Segarra fueron secuestrados el 26 de marzo por el Frente Oliver Sinisterra, una narcodisidencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), liderado por alias Guacho.
Los testimonios de testigos protegidos y otras versiones recibidas por la Fiscalía colombiana y recogidos en la investigación dan cuenta de que Ortega, Rivas y Segarra fueron traslados por distintos sitios, entre caseríos que no aparecen en los mapas, o por fincas y sembradíos de coca siempre escoltados, a veces por más de una docena, a veces por pocos subalternos armados de alias Guacho.
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La investigación añade que esas zonas, a ambos lados de la frontera, se encuentran abandonadas por los Estados, sin servicios públicos, con caminos de tierra, cobijadas por una vegetación espesa, cálida y húmeda y cruzadas por ríos que permiten a los grupos irregulares moverse y evacuar sus embarques de cocaína rumbo al océano Pacífico.
Según la versión de un testigo protegido de la Fiscalía en Colombia, que dio la información sobre el lugar donde se habían enterrado los cuerpos y la ubicación de cinco artefactos explosivos alrededor de las fosas, no haber atendido estas exigencias habría causado el asesinato de Segarra, Rivas y Ortega.
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Los hombres cuya liberación buscaba Guacho fueron capturados después de un operativo en Mataje (noroeste ecuatoriano), el 12 de enero de 2018.
Uno de ellos era Cuco, una de las personas más cercanas Guacho. Los dos estuvieron juntos en las FARC, dedicados al transporte de drogas y armas en lancha, según las versiones que tres testigos protegidos han dado en Colombia.
En sus declaraciones, recogidas por la Fiscalía de Ecuador en el marco de la cooperación internacional, señalan que Cuco era el jefe de las milicias en la zona baja del río Mira, uno de los principales delegados en Ecuador y encargado de "organizar a los muchachos" de Mataje.
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Las amenazas de esos atentados se mantuvieron desde enero a través de chats y llamadas en los que siempre exigían la liberación de los tres "muchachos".
Diez días antes del secuestro, las advertencias arreciaron; un allanamiento de los uniformados ecuatorianos a la casa de la madre de Guacho en Mataje despertó nuevas amenazas contra civiles.
"El secuestro del equipo de El Comercio pudo ser el cumplimiento de esa amenaza", dice la investigación, que también revela que a las 18:00 del 28 de marzo, "el fiscal Carlos" llegó a la Base Naval de San Lorenzo con la misión de recibir al equipo periodístico secuestrado 48 horas antes.
La investigación enfatiza que contradicciones, vacíos, confusión y el manejo errático de la información han sido el telón de fondo de esta tragedia que aún no encuentra verdades.
A seis meses del asesinato del equipo periodístico de El Comercio, no se ha esclarecido plenamente dónde estuvieron los periodistas secuestrados, qué hicieron durante esos días o quiénes los mantuvieron cautivos en las zonas por donde se movieron.
Hace seis meses, Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra fueron secuestrados y asesinados en la frontera entre Ecuador y Colombia. 20 reporteros nos reunimos para buscar su historia. Este 24 de octubre la contamos #FronteraCautiva pic.twitter.com/b9HTOpdQoG
— Periodistas sin cadenas (@SinCadenasECU) 23 октября 2018 г.
Durante seis meses, un consorcio binacional de periodistas investigó los motivos del secuestro y las circunstancias en que Ortega, Rivas y Segarra fueron ejecutados.
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La investigación, titulada Frontera cautiva: tras los rastros de los periodistas ejecutados, revela, además, detalles que los Gobiernos de Ecuador y Colombia sabían y decidieron no divulgar.