La ubicación de la media docena de vaquitas marinas, entre ellas una madre y una cría, realizada por una misión científica en diferentes momentos en el Alto Golfo de California, "significa que aún hay esperanzas para salvar a esta especie endémica de la extinción", dijo la organización en un informe.
La vaquita es el mamífero marino en mayor peligro de extinción del mundo, del que quedan unos 30 ejemplares, de acuerdo con los más recientes datos del CIRVA.
"Ante este esperanzador hallazgo, es necesario redoblar los esfuerzos para proteger a la vaquita, enfocados en el combate a la pesca y tráfico ilegal del pez totoaba, también en peligro de extinción, que provocan la muerte incidental de estas marsopas", considera la organización ecologista.
El mercado negro de la vejiga natatoria o buche de la totoaba, que se exporta a elevados precios a China por supuestas propiedades medicinales, es el mayor incentivo para la pesca clandestina.
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Los científicos y autoridades trabajan en el retiro de las redes de pescadores abandonadas, en las que quedan atrapadas las vaquitas y otras especies marinas mamíferas, como los delfines, y que mueren por asfixia.
A pesar de que solo fue descubierta hace menos de 60 años, los humanos han llevado a la vaquita marina al borde de la extinción mediante una constante pesca ilegal con redes de enmalle, que causó la disminución del 90% de la población de vaquita entre 2011 y 2016, la mitad de ellas perdidas en los dos últimos años de ese periodo.
Desde 2012, la estrategia que apoya el WWF es el monitoreo acústico, crucial para ayudar a localizar a las vaquitas que quedan.
Conocidos como "pandas del mar", debido a sus marcas distintivas alrededor de los ojos, las vaquitas marinas adultas llegan a medir apenas entre 1,2 y 1,5 metros.