Esta hipótesis, conocida como panspermia, se basa en la idea de que los microorganismos y/o los componentes químicos de la vida misma pueden sobrevivir largos viajes a través del espacio.
Especialistas del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (CfA, por sus siglas en inglés), han estudiado esta posibilidad y han llegado a la conclusión de que esta hipótesis es totalmente válida. Según su teoría, diferentes objetos dentro de la Vía Láctea e incluso otras galaxias podrían intercambiar los componentes necesarios para la vida.
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"Damos por hecho que la mayoría de los objetos que viajan por el universo son rocosos, pero en principio también podrían ser de naturaleza helada. Independientemente de si son rocosos o helados, pueden ser expulsados de su sistema anfitrión y potencialmente viajar a miles de años luz de distancia. Por ejemplo, el centro de la galaxia puede actuar como un poderoso promotor que siembra toda la Vía Láctea", explica el académico Idan Ginsburg, director del estudio, citado por la revista científica Phys.org.
Para probar su hipótesis, el grupo de Ginsburg creó y probó un modelo matemático en el marco del proyecto Galactic Panspermia. Según sus estimaciones, las probabilidades de que un objeto con componentes biológicos sea expulsado de un sistema y atrapado por otro son bastante altas. Los cálculos indican que tan solo en la Vía Láctea, podrían sumar hasta 100 millones de objetos con vida viajando de sistema a sistema.
Ahora lo único a lo que se enfrenta esta teoría es la probabilidad de que la vida pueda sobrevivir miles de años en el espacio exterior. Pero no hay que ir tan lejos. Nuestro propio planeta es constantemente bombardeado por pequeños meteoritos proveniente de nuestro vecino más cercano, Marte. Lo contrario también es probable: nuestro propio planeta podría ser un foco de vida para el universo.
Quizás algún día encontremos vida más allá de nuestro sistema solar parecida a la que existe en la Tierra, al menos a nivel genético. Quizás incluso podamos encontrar algunas especies avanzadas que son nuestros parientes lejanos (muy lejanos), y reflexionar colectivamente de dónde proceden los ingredientes básicos que nos hicieron posibles.