¿Por qué se ha producido este fenómeno? Según el acertado análisis de Gonzalo Adán, director de la empresa de encuestas Sociométrica, al menos tres son las claves que explican el impulso de una formación política con sólo cinco años de existencia en detrimento de otra que ha tenido grandes responsabilidades gubernamentales:
1. El factor Rajoy: Mariano Rajoy es uno de los principales culpables de esta deriva. Su dontancredismo, es decir, esa actitud imperturbable para no querer darse cuenta de las amenazas que le rodeaban llevó a su partido a un ataque de nervios. El político gallego era un lastre ya a principios de 2017 pues "sus decisiones y comparecencias eran percibidas como lentas, aburridas y faltas de iniciativa", asegura Adán.
2. El voto del jubilado: Los mayores de 65 años han perdido el miedo a cambiar de partido porque sus hijos ya no votan al PP sino a Ciudadanos (Cs), otra formación de derechas, y porque las diferencias ideológicas ya no suponen un problema gracias a la madurez democrática de España.
3. El fin del sentimiento de culpa: El voto útil y estratégico de antaño ha desaparecido. Los numerosos escándalos de corrupción —casos Gürtel, Bárcenas, Lezo, Pokémon, Púnica y tantos otros— han hecho un daño casi irreparable a la reputación de los "populares". Por eso mismo, muchos españoles ya no experimentan ese peculiar sentimiento de culpa que les hacía volver a coger, con la nariz tapada, la papeleta del PP.
El impulso de la extrema derecha ha provocado la radicalización del mensaje del nuevo líder del PP, Pablo Casado, un político mucho más joven, activo y batallador que Rajoy. Sin embargo, eso beneficia todavía más a los ultras, porque, como opina un asesor de comunicación del Gobierno español, fomenta "un ecosistema intelectual y emocional óptimo para Vox".
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Ciudadanos, por su parte, ha optado por no valorar las opciones electorales de Vox ni el posible traspaso de votos que puede restarles. Su líder, Albert Rivera, prefiere el ninguneo y Vox ya es una palabra tabú en su vocabulario.
El mitin de los ultras, celebrado el pasado domingo 7 de octubre en la madrileña plaza de toros de Vistalegre, congregó a 10.000 personas e hizo que saltaran las alarmas en el PP. Con razón. El acto evidencia que se está acelerando la fuga de simpatizantes no sólo hacia Ciudadanos, el partido más votado en Cataluña, sino también ahora hacia Vox.
El discurso de Abascal y su equipo se fundamenta en el lema: "Los españoles, primero". ¿Les suena?
Efectivamente, es una copia del acuñado por Donald Trump. Vox propugna un proyecto contra la inmigración que aboga por las expulsiones de extranjeros; apoya la supresión de las 17 comunidades autónomas españolas y la ilegalización de todos los partidos y asociaciones "que quieran destruir la unidad territorial", o sea, favorece la prohibición de las formaciones independentistas catalanas.
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Su programa incluye la cadena perpetua para los terroristas, así como la derogación de la ley de violencia de género para que "no se discrimine a un sexo frente a otro" y su sustitución por una ley de violencia intrafamiliar que también proteja, dicen, a hijos y abuelos.
El acto electoral en Vistalegre representó todo un ejercicio sociológico, porque las personas que allí se concentraron no eran nostálgicas de Franco ni fascistas uniformados o antisistema sino gente muy heterogénea, mayores y jóvenes, mujeres y hombres, familias, de distinta clase y condición.
Vox aparece en el barómetro electoral del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), dependiente del Gobierno de turno, como quinta fuerza nacional tras el PSOE, el PP, Cs y Podemos, con el 1,4% de los votos frente al 0,2% de 2016.
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Le adjudica representación parlamentaria: uno o dos escaños en el Congreso de los Diputados y quizás tres en el Parlamento Europeo. Otros sondeos le otorgan hasta el 3%. En cualquier caso, la peor pesadilla para Casado y Rivera sería que ese par de diputados fuera decisivo para gobernar en coalición o por separado.
Las empresas demoscópicas proclaman que Vox no es una amenaza para el PP y que su techo se sitúa en los 300.000 votos. Compañías como Metroscopia, GAD3 o Sigma Dos insisten en que, pese a los discursos antiinmigración que resuenan por Europa, España "es una isla" y que no se vive "la misma situación que en Francia o en Alemania".
Veremos lo que finalmente deciden los españoles en unos comicios que a buen seguro se celebrarán antes de 2020, dada la extrema debilidad parlamentaria del Gobierno encabezado por Pedro Sánchez. Igual se produce más de una sorpresa.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK