Una visita al ballet en los años de universitario bastó para captar la atención de Dávalos. Según sus amigos, la bailarina en cuestión prometía ser una gran figura de la danza en la Isla.
Con más de 10 años de experiencia como fotógrafo de danza, Dávalos recuerda como esa primera función sembró la semilla de lo que sería su destino y su vocación. Fue Viengsay Valdés, primera bailarina del Ballet Nacional de Cuba (BNC) la modelo con la que inició este inquieto y caprichoso entonces estudiante universitario. "Pero todavía no era un proyecto de vida", selañó.
Fue como periodista del periódico Granma cuando descubrió su pasión por la composición de la imagen. En el departamento de diseño, que parecía ser una especie de "destierro", no tardó en entender que estaba equivocado.
"Allí me encontré con un piquete [grupo de personas] del periodismo cubano de los años 70 y me enamoré de la realización del arte visual y decidí hacer un curso de diseño editorial. Cuando regresé a mi labor de periodista ya tenía la decisión tomada: me iba a mudar hacia la imagen", contó Dávalos.
Durante un año Dávalos se dedicó a estudiar la danza y la fotografía juntas: su escuela fueron los propios medios cubanos y sus mentores, aquellos experimentados fotoreporteros que cada año cubrían el Festival de Ballet de La Habana y dejaban una huella en el movimiento de la danza cubano.
"Esos fotógrafos también forman parte de la Escuela Cubana de Ballet y son el resultado de ese conocimiento y de esa forma tan 'sui generis' de entender la danza, como es la cubana. Cada uno deja su marca en un espacio limitado de tiempo, y siempre hay algo que vale la pena aprender y descubrir", destacó Gabriel.
"Para mí es maravilloso formar parte de ese enorme grupo de fotoperiodistas, desde los grandes nombres como Tito Álvarez, hasta los más anónimos que están en la redacción de un periódico y que cubren los festivales y los eventos de la danza en Cuba", expresó.
"En mi caso particular partió de mi interés hacia el periodismo y de mi forma periodística de entender la vida. Mis fotos también son documentales y muestran la ciudad tal cual, sin transformaciones", explicó el fotógrafo.
"La danza me sirve como lenguaje junto a la fotografía para expresarme, siempre he sido muy cubano y me siento muy arraigado a las alegrías y las tristezas desde aquí, soy hipersensible a la realidad que vivo", confesó.
Dávalos sacó a los bailarines de los escenarios, donde normalmente son príncipes y princesas de cuentos y leyendas, y los aterrizó en la vida real: "Los transformé en príncipes y princesas de la vida real", aseguró.
Así es como este fotógrafo utiliza la danza para conectar a cubanos de todo el mundo y a aquellas personas capaces de sensibilizarse con la realidad de la Isla a través de su obra.
Hoy su propósito también alcanza la amistad ruso-cubana, que muchos cubanos recuerdan de los tiempos de la Unión Soviética pero que dejó una huella imborrable en la memoria de estos pueblos.
"Las bailarinas y bailarines rusos son vistos desde el arte como algo hermoso, esas extensiones, esas líneas, los saltos son maravillosos. Aún así ya pasaron unos cuantos años desde que hubo ese cambio en Rusia, y de alguna manera la nueva generación cubana no conoce tanto como antes a todos los rusos", reflexionó.
"Hemos escuchado a través de nuestros padres las historias del pasado, también se sabe poco de estos últimos años cuando volvimos a reconectarnos, de cuánto nos ayudamos en diferentes cosas, pero no se tiene la noción que se tenía antes de la historia del pueblo ruso", aseguró el periodista.
Es por eso que Dávalos busca este reencuentro para reflejarlo en su obra. "Creo que trabajar con artistas rusos podría volver a conectarnos mediante este lenguaje con esa cultura hoy lejana", insistió.
"Mostrar a Rusia, y no sólo Moscú y la hermosa Plaza Roja, sino mostrar también la vida cotidiana de los rusos, cómo visten, cómo andan, cómo viven, qué ha pasado con ellos. Sería una manera de documentar la vida en Rusia a partir de la danza, las partes más citadinas y también lo rural, donde está el frío duro, los campesinos, y sus industrias, todo visto a través de la danza", explicó Dávalos.
"El Mundial de Fútbol fue maravilloso, incluso cadenas internacionales, que forman parte de la campaña en contra no tuvieron otra alternativa de reconocer lo hermoso que era aquello y lo bien orquestado que estaba", expresó.
"Entonces creo que hasta las personas que sienten algún rechazo momentáneo pueden conectar a través de las fotos y podrían admirar a Rusia ", concluyó el fotógrafo.
En 2014, Dávalos publicó su primer libro "Habana Sensual —Ciudad clásica-", un éxito de la crítica que trascendió las fronteras cubanas. Este autor, cuenta además con otros cuatro libros publicados, entre ellos: "Viengsay Valdés: Soy lo que ves" (2017) y "Habana Pasión" (2018).