"La situación es desesperante por no conocer los plazos para la resolución del problema", relata Baz antes de subrayar que "algunos tripulantes llevan tiempo a bordo y han cumplido contrato, por lo que tienen que ser repatriados a su país".
Los dos barcos en cuestión son el Severnaya Zemlya, que se encuentra atracado en el Puerto de Avilés —al norte de la Península Ibérica— desde el pasado 18 de mayo con 19 personas a bordo y el carguero Zapolyarye, que actualmente está atracado en el Puerto de Motril —en Granada, al sur de España— con 21 tripulantes.
Los dos barcos se encuentran parados por problemas financieros de la empresa armadora.
En el caso del Severnaya Zemlya, el buque está embargado por una deuda de combustible y, en consecuencia, no tiene permiso para abandonar el puerto hasta que esta sea saldada.
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Por otro lado, el Zapolyarye, además de afrontar problemas de abastecimiento, está detenido por la Adminsitración Marítima Española porque sus certificados están caducados desde el 14 de agosto y no se puede poner en marcha hasta que las licencias sean renovadas.
Según recuerda Luz Baz, durante el tiempo que el Zapolyarye estuvo fondeado en Ceuta, la tripulación estuvo "abandonada por su armador", ya que no tenía "ni comida, ni agua, ni combustible" ni la posibilidad de bajar del barco para conseguir provisiones, lo que vulnera el Convenio sobre el Trabajo Marítimo de la OIT.
Ante ese escenario, la tripulación tuvo que ser atendida en varias ocasiones por la Cruz Roja, que proporcionó comida y bienes de primera necesidad.
En el caso del buque embargado en Avilés, la situación es distinta porque, al estar atracado en el puerto, el capitán pudo bajar a tierra con normalidad durante los cuatro meses que dura ya la detención.
"De todos modos, las condiciones de vida a bordo son bastante precarias ya que, para ahorrar combustible, hay varias horas al día que están sin luz y servicios mínimos", apunta Baz.
En el tiempo en que los barcos estuvieron parados, la empresa procedió a hacer algunos relevos en los dos buques, aunque ambos siguen teniendo a bordo a gente con contratos expirados tras meses sin poder desplazarse a sus hogares.
Por el momento, la empresa armadora —que tiene barcos en situaciones similares en países como Dinamarca, EEUU o India— no puso sobre la mesa ningún plan para resolver la situación de estos barcos, por lo que la tripulación seguirá sumida en un escenario de incertidumbre y las deudas de la compañía seguirán creciendo, ya que la estancia de los buques en los puertos conllevan una serie de gastos que deben ser asumidos por la Murmansk Shipping Company.