Según el medio, desde el mes de junio, solo cuatro barcos con GNL estadounidense han llegado a China, en comparación con los 17 buques de los primeros cinco meses del año.
Estas palabras del presidente estadounidense fueron inesperadas por dos razones, observa la periodista.
En primer lugar, el presidente de Polonia habló sobre sus esperanzas de que EEUU detuviera la construcción del gasoducto Nord Stream 2, porque esta decisión beneficiaría a Washington, puesto que la presencia del gas ruso en el mercado europeo impide que EEUU venda su gas natural licuado.
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En segundo lugar, el secretario de Energía de EEUU, Rick Perry, había declarado antes que EEUU tenía previsto imponer sanciones adicionales contra el sector energético ruso, así como contra el Nord Stream 2.
"En cuanto a las exportaciones de GNL estadounidense, EEUU simplemente presenta lo deseado como algo real. EEUU tiene clientes para volúmenes muy limitados de GNL. De hecho, 28.000 millones de metros cúbicos de exportación al año son habas contadas en comparación con los volúmenes de varios cientos de miles de millones de metros cúbicos anuales que necesitan China y Europa", comentó al diario la vicedirectora del departamento de análisis de la empresa financiera Alpari Natalia Milchákova.
"Cuando el gas ruso llegue a China a través de la Fuerza de Siberia, desaparecerá su necesidad de importar el GNL de EEUU", añadió.
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Sin embargo, según Iliá Zharski, socio gerente del grupo de expertos Veta, "los planes de Estados Unidos de convertirse en el mayor líder de energía en el mundo todavía tienen derecho a la vida, porque aunque China reduzca el consumo de los recursos energéticos provenientes de EEUU por medio de los aranceles a largo plazo, Washington todavía tendrá muchas otras opciones para garantizar un nivel suficiente de ventas a otros países".
A su vez, Dmitri Nesvétov, miembro de la junta del departamento de Moscú de la asociación de pymes Opora Rossii, señaló que Trump es un 'showman' político y "la mayor parte de su discurso y acciones buscan un efecto inmediato en lugar de una estrategia a largo plazo, y no siempre se traducen en decisiones concretas, especialmente si tenemos en cuenta las limitaciones de sus poderes".
"O bien Trump y su secretario están jugando al 'policía bueno y policía malo', lo cual es bastante posible, o el presidente y sus subordinados no coordinan las acciones, lo que también es posible ", agregó Milchákova.
Algo similar le pasó a China. Primero, la parte estadounidense invitó a Pekín a una nueva ronda de conversaciones sobre las contradicciones comerciales, y más tarde, como si nada hubiera sucedido, la administración Trump puso en marcha nuevos aranceles sobre las importaciones chinas, por lo que cualquier negociación perdió su sentido.
"Rusia puede beneficiarse de un agravamiento de las relaciones comerciales entre EEUU y China, porque nuestro país como el mayor productor de energía también puede conseguir más oportunidades de exportación en el mercado chino", comentó Alexéi Antónov, analista del agente de comercio Alor.
'Ajedrez energético': el siguiente estadio de la guerra comercial entre EEUU y China https://t.co/LraUErReUz
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) August 18, 2018
"En una guerra comercial, los contratos a largo plazo, y por lo tanto la seguridad del suministro entre EEUU y China, pierde su relevancia. (…) Mientras tanto, Rusia es un socio leal con compromisos a largo plazo para China", señaló por su parte la profesora titulada de la Academia Rusa Presidencial de Economía Nacional y Administración Pública (RANEPA) Tamara Safónova.
Según Antónov, en caso de que el conflicto se intensifique, ya en 2019, Estados Unidos podría enfrentar una serie de importantes obstáculos para la venta de sus recursos energéticos, tanto del GNL como del petróleo.