El déficit de legitimidad alcanza a los candidatos que no pertenecen al Partido de los Trabajadores pero "valdría también para el propio Fernando Haddad si es electo debiéndole en buena parte su elección a la transferencia de votos de Lula Da Silva", según Puricelli.
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Las elecciones del 7 de octubre son históricas porque los dos principales líderes no participan de la campaña: Lula por decisión judicial, tras su procesamiento, y Jair Bolsonaro por su estado de salud tras ser apuñalado en un acto.
"Es difícil encontrar antecedentes en países democráticos que se hayan realizado bajo estas condiciones de excepcionalidad en las que está transcurriendo la campaña en Brasil", señaló.
La votación supone cerrar el ciclo del golpe parlamentario que derrocó a Dilma Rousseff de la presidencia en el 2016. Pero aunque el PT triunfe en las presidenciales, esos votos no se traducirán en bancas al Senado, por lo que no habrá demasiados cambios.
Hasta el momento las encuestas reflejan un piso del 20% y un techo de 27% para Bolsonaro, que encabeza la intención de voto. En segundo lugar se encuentran Fernando Haddad y Ciro Gómes, del Partido Democrático Laborista, ex ministro de Integración Nacional de Brasil durante el gobierno de Lula, con una aprobación de entre 6 y 12%.