"Vemos al TLCAN como una amenaza a la seguridad de nuestro país en la producción de alimentos, así como del respeto a las formas tradicionales y culturalmente apropiadas de producirlos: sanos, inocuos, sin agrotóxicos ni transgénicos", dijo a Sputnik Rocío Miranda Pérez, presidenta de la Unidad de la Fuerza Indígena y Campesina (Ufic).
La apertura comercial que sobrevino en el país tras la firma de este acuerdo comercial trilateral con Estados Unidos y Canadá significó una pérdida del 70% del valor del salario real de los trabajadores, según el Centro de Análisis Multidisciplinario de la UNAM, y una disminución de los derechos de los trabajadores mexicanos, señaló la dirigente campesina.
"Hablamos de un empobrecimiento de la calidad de vida de las clases medias y de la pauperización del sector campesino e indígena en este país", dijo a Sputnik. En paralelo, el ciclo comercial que fluyó entre los tres países durante estos 24 años "desmanteló nuestra planta productiva mientras se fomentó la importación de granos básicos que entran a México con precios subsidiados por los otros gobierno socios", agregó.
"En 2014, el precio del maíz importado fue de un 8% menor al mexicano y en 2015 del 10% menos, al tiempo que el trigo importado vale 30% menos", sostuvo la dirigente campesina. Según datos del departamento de Agricultura de Estados Unidos, México importó 14,7 millones de toneladas de maíz amarillo de Estados Unidos durante el año pasado y estima que en 2018, esa cifra crecerá hasta alcanzar los 19 millones de toneladas, lo que implica un 60% de aumento respecto al año 2012.
Resulta paradójico que en el país de la tortilla, más de un tercio del maíz que se consume sea importado de Estados Unidos y en una medida muy menor (2%) desde Brasil. Sin embargo, el beneficio que se obtiene comprando maíz importado más barato que el producido localmente "no se refleja en que los mexicanos podamos comprar la tortilla más barata. La ganancia es para los grandes importadores de grano, que sí están subsidiados por la Secretaría de Agricultura (Sagarpa)".
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Miranda Pérez explicó que a pesar de la adversidad que le generó el TLCAN al campesinado mexicano, el sector más pobre de la población mexicana ha sobrevivido gracias a la milpa, un esquema tradicional de producción para la subsistencia que combina maíz, calabaza, chile y frijol.
"La resistencia alimenticia de las comunidades indígenas ha sido la milpa y también es la base alimenticia de los mexicanos, que ha sobrevivido sin recursos del Estado", sostuvo. Argumentó que el 60% de los campesinos mexicanos vive en la pobreza, de un total de 26 millones de personas que habitan áreas rurales en México.
"Ha tenido efectos desastrosos desde Baja California con sus miles de hectáreas dedicadas a invernaderos produciendo hortalizas de exportación, al sureste mexicano donde se han hecho plantaciones comerciales de teca, eucalipto y palma de aceite (o palma africana) que desplazan la vida de los campesinos de sus comunidades", analizó.
"Visto desde la milpa, el TLCAN es un espejismo porque los campesinos corren a querer alcanzar sus beneficios, y estos se alejan cada vez más", sentenció.
Las organizaciones nucleadas en el Movimiento Plan de Ayala siglo XXI elaboraron un documento que el presidente electo Andrés Manuel López Obrador firmó frente a unos 5.000 campesinos, en Jerez, un pequeño pueblo de Zacatecas en el corazón de la república, cuando aún era candidato. Esta semana, el Movimiento reclamó atención sobre los principales puntos de esa propuesta.
"Sobre el TLCAN, planteamos un acuerdo de cooperación entre las partes que implique el respeto y el desarrollo, que busque la resolución de las asimetrías entre las partes", sostuvo Pérez sobre uno de los puntos contenidos en esa propuesta.
Explicó que aún no se tiene certeza de lo que se ha negociado entre México y Estados Unidos, porque no se conoce un borrador del acuerdo bilateral anunciado. Por lo pronto, la dirigente campesina entiende que es una mala señal el avance sin Canadá:
"Los canadienses también representan pequeños productores como los nuestros. Ellos respetan la producción familiar, sobre todo de lácteos, dónde tienen holdings de pequeñas y medianas empresas que producen a gran escala", explicó. "Si México firmara un acuerdo bilateral sólo con Estados Unidos, en el sector agropecuario nos declararíamos en un total estado de indefensión", analizó.