La visita a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) servirá para denunciar ante la opinión pública internacional la "fuerte tendencia" a la militarización que se vive en Brasil y cómo la intervención decretada en el estado de Río de Janeiro contribuyó a "empeorar dramáticamente" la situación de los derechos humanos en el país, afirmó Neder.
El pasado mes de febrero, el Gobierno brasileño de Michel Temer decretó una intervención federal en el estado de Río alegando una ola de violencia incontrolada.
Esto supuso apartar a los responsables de seguridad pública y colocar en su lugar a altos mandos de las Fuerzas Armadas, una medida inédita en la democracia brasileña.
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La intervención estará en vigor hasta el 31 de diciembre de 2018, y desde el primer momento fue criticada por la mayoría de especialistas en seguridad pública, que alertaron de que la medida era propagandística y sería "ineficaz, violenta y cara", como reafirma ahora la representante de Amnistía.
Las muertes provocadas por la policía aumentaron un 38% respecto al mismo periodo del año pasado, llegando a la cifra de 736, y 51 agentes de seguridad murieron durante las operaciones (50 policías y un militar).
La intervención militar se produce en un estado que no está entre los más violentos del país; Río de Janeiro registra 40 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, frente a las 68 del estado de Río Grande do Norte, por ejemplo.
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"Río de Janeiro acaba siendo un laboratorio de seguridad pública para bien y para mal, por eso es grave ver como en Río se está profundizando el modelo de militarización; en vez de usar este estado como laboratorio de soluciones se convierte en un ejemplo de todo lo que no se debe hacer", afirmó Neder.
Uno de esos mecanismos es el que permite usar a las Fuerzas Armadas para controlar la seguridad dentro del país; la Garantía de Ley y Orden, que se aplicó 44 veces en los últimos años, 17 de las cuales en Río de Janeiro.
Amnistía Internacional también critica "retrocesos" en el sistema judicial, como el hecho de que crímenes cometidos por militares contra civiles hayan pasado a ser competencia de tribunales castrenses, lo que entiende que en la mayoría de los casos no garantiza un juicio justo y favorece la impunidad.
En los debates de Ginebra, la delegación de la sociedad civil brasileña también pretende remarcar que, seis meses después, el Estado de Brasil no ha conseguido aclarar quién mató ni quién mandó matar a la concejala de Río de Janeiro, Marielle Franco.
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La concejala había sido nombrada responsable de la comisión creada en la Cámara Municipal para fiscalizar los posibles abusos de la intervención y era abiertamente contraria a la medida.
Una de las representantes de la comitiva brasileña en Suiza será la viuda de Franco, Mónica Benício.