El activista consideró que el problema más serio "es la miseria, es decir la violencia económica, todo los países latinoamericanos somos muy ricos en recursos naturales y ese el móvil de nuestra desgracia".
Puso como ejemplo a Argentina que "produce alimentos para todo el mundo" y sin embargo el porcentaje de la población que pasa hambre viene aumentando en los últimos años.
Con actividades programadas en cada una de las escalas, la marcha pretende lograr una alta participación social apuntando al efecto multiplicador.
"La violencia es algo que se aprende, y la no violencia también", resumió Rodríguez.
Por su parte, el coordinador nacional en Chile, Juan Gómez, se refirió la política y sus dirigentes, que muchas veces desde la palabra y las acciones se convierten en los difusores de la violencia.
"Yo creo que tenemos que llegar a otra forma de hacer política, que en definitiva es lo que quiere la gente. Sin violencia y sin descalificaciones, pero todavía no se ha logrado. Creo que el humanismo tiene mucho que hacer aunque lamentablemente también a veces cae en el mismo juego".
Los dos dirigentes sociales pusieron énfasis en la necesidad de terminar las guerras como forma de cambiar los paradigmas que rigen al mundo como paso necesario para cambiar los vínculos interpersonales.
Ante la pregunta de si esto es solo una utopía, Gómez contestó: "Todo comienza con una utopía, pero esta es una utopía que va cobrando fuerza. Todavía no hemos logrado como cultura salir de esta conceptualización de que las armas, las guerras y los ejércitos son inherentes al ser humano".
Para empezar a revertir este presente, Gómez consideró que "la guerra tiene que ser declarada ilegal".