Previamente, el mandatario ruso, al intervenir en el Foro Económico Oriental, afirmó que las autoridades rusas ya localizaron a las personas a las que Londres acusa del envenenamiento de los Skripal al agregar que se trata de "civiles" y expresó la esperanza de que estos aparezcan en público para hablar con los medios y aclarar la situación.
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Agregó que el Reino Unido en repetidas ocasiones pidió a Rusia que explique qué había pasado en marzo en Salisbury, pero "su reacción se redujo a confundir el problema y las mentiras".
Nada más abierta la investigación, que según Scotland Yard se prolongaría por varios meses, Londres responsabilizó a Moscú de estar detrás del envenenamiento y catalogó el arma como sustancia de acción neuroparalizante supuestamente desarrollada por químicos rusos.
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Más tarde, la policía británica concluyó que los dos individuos ingresados con síntomas de intoxicación en Amesbury a finales de junio —Charlie Rowley y Dawn Sturgess (quien no logró recuperarse y falleció)— fueron envenenados con la misma sustancia que los Skripal.
El 5 de septiembre, la fiscalía británica imputó a dos nacionales de Rusia en relación con el incidente de Salisbury, Alexandr Petrov y Ruslán Boshirov.
La primera ministra británica, Theresa May, afirmó que los dos sospechosos son oficiales del servicio de inteligencia militar y probablemente usaron identidades falsas.
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La portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, declaró con anterioridad que ninguna de esas informaciones ha sido probada y que las listas de supuestos agentes rusos sirven a Londres y Washington para justificar la caza de brujas.