El Reino Unido divulgó una serie de documentos técnicos para preparar a empresas y actores de la economía ante la opción de abandonar la Unión sin un acuerdo.
Este viernes 31 de agosto, los negociadores de ambos lados se reunieron para discutir el tema y se mostraron positivos frente a lo falta negociar, aunque reconocieron que quizá deba prorrogarse brevemente el plazo límite establecido para mediados de octubre.
A criterio del analista Nicolás Pose, magíster en economía política internacional por la Escuela de Economía y Ciencia Política de Londres, un divorcio sin acuerdo es "una posibilidad real aunque tal vez no sea la más probable si uno tuviera que apostar".
"El Gobierno británico está intentando formular una posición hacia el exterior a partir de la cual muestra que está dispuesto a embarcarse en un mecanismo resolutivo que sea el de no acuerdo. En ese marco se entiende la emisión de directivas hacia los principales negocios sobre cómo deberían adaptarse ante este escenario".
Según Pose, docente investigador del Programa de Estudios Internacionales de la Universidad de la República de Uruguay, esta opción sería distorsionante en varios sentidos. En el ámbito aduanero, las capacidades instaladas del país serían insuficientes para inspeccionar un flujo de comercio que hasta ahora era libre, lo que se vería aún más exacerbado por la reintroducción de fronteras en Irlanda del norte.
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A esto se sumaría una gran incertidumbre en el sector exportador, tanto por las barreras arancelarias como por las que no lo son, como los protocolos de producción e higiene de determinadas mercaderías. Pero no solo eso.
"Hay otro efecto importantísimo que tiene que ver con la industria de los servicios financieros. Una industria que es de las principales ventajas comparativas que tiene el Reino Unido y que tendrá dificultades para seguir brindando los servicios financieros (…) a la zona euro y a todo el mercado de la Unión Europea".