En un estudio publicado en 1983 y dedicado al fenómeno de los 'déjà vu', el psicólogo suizo Arthur Funkhouser reveló que cuando era adolescente un día vio a un amigo suyo aparcando su bicicleta en una esquina cerca de su casa y tuvo la impresión de que aquello era algo que ya había visto en un sueño. Según el investigador, los 'déjà vu' y los sueños premonitorios se activan cuando los sistemas nerviosos y cognitivos se están desarrollando.
Los sueños premonitorios son mencionados por primera vez en el tratado 'Acerca de la adivinación por los sueños' del filósofo griego Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.). Según el mítico pensador, es imposible encontrar una explicación científica a este fenómeno, así que el filósofo calificó los sueños premonitorios como un "regalo de los dioses".
Sin embargo, la mayoría de investigadores explica los sueños de este tipo por señales reales que percibimos. Por ejemplo, si se trata de un sueño sobre la muerte de un ser querido, puede explicarse por cambios negativos en la apariencia de un pariente que recordamos a nivel subconsciente, de modo que, en caso de muerte, el sueño se percibe como 'profético'.
Así, en 2014, un equipo de científicos de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, llevó a cabo un estudio para probar esta hipótesis y concluyó que las personas que tienen sueños premonitorios tienden a buscar y analizar inconscientemente señales ocultas a su alrededor.
Asimismo, es posible explicar el fenómeno con la teoría de la probabilidad. Por ejemplo, los terremotos suelen ocurrir con frecuencia en todo el planeta, de modo que es probable que una persona sueñe con esta catástrofe natural. Además, en algunos casos, una persona 'cambia' involuntariamente la fecha de un sueño y lo considera entonces profético.
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Pero, ¿por qué soñamos? Según el investigador ruso Vladímir Kovalzon, del Instituto de Problemas de Ecología y Evolución Severtsov de la Academia de Ciencias de Rusia, los sueños no son más que un "subproducto" de la evolución humana.
Por su parte, otro grupo de científicos de EEUU y el Reino Unido compara el cerebro con un generador de realidad virtual, que analiza nuestro modelo del mundo generado mientras estamos despiertos.