"No lo esperaba absolutamente", dijo Kneissl.
A principios de junio, explicó, invitó a sus colegas del Gobierno y al presidente federal austriaco y luego, el 5 de junio durante la visita de Putin a Viena, lo invitó espontáneamente y le dijo que quería presentar a su novio.
El 19 de julio, dijo Kneissl, supo que Putin había aceptado la invitación.
Según la diplomática, su boda podría tener un efecto positivo sobre el turismo en Austria.
La ministra también respondió a críticas respecto a su reverencia que hizo a Putin después de bailar con él: "el presidente ruso se inclinó antes y respondí con una reverencia".
Se mostró sorprendida ante los comentarios que atribuyen a ese gesto "un acto de sumisión".
"Los que me conocen saben que no obedezco a nadie", rechazó los rumores la ministra.
Kneissl también señaló que Putin no es su amigo íntimo pero mantuvo con él "conversaciones interesantes" y un cara a cara es importante para tener la confianza.
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La boda de Kneissl con el empresario austriaco Wolfgang Meilinger se celebró el 18 de agosto en la región de Estiria (sur).