Según el último Censo Nacional de Argentina, en el país hay más de 950.000 personas que se reconocen como indígenas o descendientes de pueblos originarios. Si bien la historia de estas comunidades está marcada por múltiples masacres, existe otro tipo de genocidio, más invisible, marcado por la exclusión.
Según Mariana Giordano, investigadora independiente del CONICET, directora del Instituto de Investigaciones Geohistóricas, y unas de las organizadoras de este encuentro, la violencia actual es invisibilizada en contextos como el educativo.
"Los pueblos originarios son víctimas de un genocidio que no terminó (…) dado que los Estados nacionales en Latinoamérica se construyeron sobre ese genocidio (el colonial)", señaló a Sputnik.
En el caso del Chaco argentino, hubo un gran progreso en esta área a partir de la entrega comunitaria de territorios que estaban legalmente destinados a esta población desde 1924.
"El tema de la tierra sigue siendo algo sumamente significativo, al menos en distintos lugares de nuestro país. Y los procesos de violencia que se dan en torno a la tierra siguen siendo también muy fuertes", indicó la investigadora argentina.