Detrás de ese promedio se esconden realidad muy diferentes, tal como lo destacó Llambí, Ejecutiva Principal y Especialista en Educación de la Vicepresidencia de Desarrollo Sostenible de CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.
"Hay países como Chile que logró mayores tasas de finalización de la educación media en torno a nueve de cada 10. Pero hay otros, sobre todo en Centroamérica, en los que esas tasas andan en tres de cada 10".
Además de no poder avanzar en la trayectoria hacia niveles superiores, las consecuencias de la interrupción educativa son de por vida, tal como quedó planteado este 15 de agosto en Montevideo, cuando CAF presentó el informe 'Políticas para mejorar la permanencia y culminación de la educación media en América Latina y el Caribe', elaborado junto con Results for Development.
"Los jóvenes que abandonan secundaria sin terminar se insertan en empleos de baja calidad, informales", explica Llambí, actividades que tampoco implican aprendizaje ni capacitación en ese u otros rubros de la economía.
Esta situación ya tiene un impacto en el presente de la región, donde actualmente uno de cada cinco jóvenes de entre 15 y 24 años no estudia ni trabajan. Pero las transformaciones que está experimentado el mercado laboral con la automatización de actividades y la incidencia de la inteligencia artificial, prevén un futuro aún más preocupante.
"En los países de mayor desarrollo se ha venido dando que las tareas rutinarias, sean cognitivas o manuales, se van reemplazando por inteligencia artificial, por robotización. Las que no son rutinarias y tienen contenidos cognitivos y también habilidades interpersonales y emocionales, son las que menos se van automatizando".
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Llambí mencionó que CAF incluyó en su reporte de economía y desarrollo de 2016 para América Latina un estudio sobre este tema: "En la región es más incipiente pero ya hay indicios de que se empieza a ver la caída de la demanda de ocupaciones medias, las más rutinarias. Es un desafío en América Latina y en todo el mundo".
El informe incluye casos positivos sobre el abordaje educativo que se realizan en Chile y México, y que más allá de sus diferencias de estructura y de metodología, apuntan al estudiante como centro del sistema, e involucran a la familia y la comunidad de manera más activa. El objetivo es detectar a tiempo y corregir situaciones que pueden poner en riesgo la culminación del ciclo escolar.