Según el profesor Roberts, "incluso con un fuerte campo magnético actual de la Tierra, todavía somos susceptibles a las tormentas solares que pueden dañar nuestra sociedad basada en la electricidad".
Una inversión de los polos tendría un efecto mucho mayor que la tormenta solar de 1859. Actualmente, una tormenta de esa magnitud causaría graves daños a las redes eléctricas y a los sistemas de comunicación.
Revelan la fecha de la próxima tormenta solar que azotará la Tierra https://t.co/uhacm2ORiI pic.twitter.com/MqRFBZfbmg
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) July 30, 2018
La posición de los polos no es una característica constante de nuestro planeta. Periódicamente, aproximadamente una vez cada 450.000 o un millón de años, los polos norte y sur intercambian la posición, lo que demuestran las huellas en la estructura de la antigua arcilla y roca volcánica.
Hace dos años, los geólogos de la Universidad de Rochester (EEUU) descubrieron una anomalía magnética muy inusual en Sudáfrica en el río Limpopo, donde la intensidad del campo magnético cayó bruscamente varias veces y se redujo a niveles críticamente bajos en los siglos XIII-XVI d. C.
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Roberts y su equipo trataron de evaluar la magnitud de la catástrofe que se acerca a la Tierra si sus cálculos son correctos. Los científicos estudiaron los efectos de los cambios anteriores del eje magnético que quedaron reflejados en las estalagmitas y las estalactitas en una cueva de China.
Al estudiar su estructura, los investigadores concluyeron que hace aproximadamente 98.000 años se produjo una serie de eventos similares a unos bruscos cambios de polos. El eje magnético del planeta cambió varias veces de posición, mientras que la fuerza del campo cayó del 100% al 10% en unos cien años.
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Si las estalactitas no mienten, el escudo magnético del planeta desaparecía casi por completo durante estos cambios del eje, de modo que el Sol podría bombardear la Tierra con partículas cargadas.
Este tipo de desastres, según los investigadores, aceleraron la evolución de los animales y las plantas en la Tierra, interfirieron en las migraciones de las aves y otros animales migratorios. Mientras tanto, actualmente provocarían problemas con líneas de transmisión y destruirían todos los satélites en órbita. Los científicos esperan que la humanidad tenga tiempo para prepararse para el siguiente cambio antes de que suceda.