Ahora, la temperatura en la Tierra es alrededor de un grado superior a lo que se registraba durante la época preindustrial, en los mediados del siglo XIX, y sigue creciendo 0,17 grados cada decenio.
El principal autor del reciente estudio, Will Steffen, declara que el cumplimiento del acuerdo climático no descarta la posibilidad de que el planeta se vuelva un invernadero.
"La temperatura en la Tierra depende no solamente de las emisiones de gases del efecto invernadero provocadas por la humanidad. Nuestro estudio postula que un calentamiento antropogénico de dos grados puede poner en marcha otros procesos. Estos pueden acelerar el calentamiento, aun cuando dejemos de emitir gases dañinos para la atmósfera", explicó.
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Entre los mencionados fenómenos colaterales, los investigadores destacan el deshielo del permafrost y de los glaciares árticos, la disolución del hidrato de metano en los océanos, la desaparición de bosques tropicales y otros procesos ecológicos.

En cuanto al efecto invernadero, el experto observó que el propio fenómeno no debería inspirar miedo ya que este apareció mucho tiempo antes que la vida humana.
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"La tasa del efecto invernadero es de 33 grados. La temperatura media del planeta es de 14 grados y, si no fuera por dicho efecto, sería de 19 grados bajo cero. El hombre añadió un solo grado a esta cifra", aseveró.
El investigador contó que el subsiguiente calentamiento no convertiría la Tierra en Venus, pero causaría frecuentes olas de calor, sequía, incendios forestales y enfermedades parasitarias e infecciosas.
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