"Con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dispuesto a estrechar los lazos con el presidente ruso, Vladímir Putin, los líderes del sector empresarial de Moscú se muestran escépticos de que el Congreso apruebe la ley y de que, si lo hace, duren sus efectos", escribe el periódico.
Ponen en el punto de mira a la nueva deuda soberana del país, lo que significa que Moscú perdería el acceso al mercado de deuda extranjera, de donde ha obtenido hasta 10.000 millones de dólares en eurobonos desde 2016.
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"Los perros ladran, pero la caravana sigue avanzando", advierte el banquero de una de las entidades financieras estatales rusas.
"El presupuesto de Rusia está en superávit, tienen ahorros y tendrán aún más (…) Está claro que sería mejor tener acceso [a los inversores estadounidenses], ya que (…) haría que la política fiscal fuera más conservadora de lo que hubiera sido de otro modo", añade.
El nuevo paquete podría afectar gravemente a la industria petrolera y de gas de Rusia, ya que en una de las cláusulas se prohíbe a las empresas y particulares estadounidenses participar en proyectos energéticos en cualquier parte del mundo en los que tomen parte 'entidades paraestatales rusas'.
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Si bien eso podría significar que los proyectos en los que está involucrada la rusa Rosneft en el Kurdistán, Egipto y Vietnam dejarían de contar con el apoyo de los bancos, perforadoras y empresas petroleras estadounidenses, "existen dudas de que eso haga mella" en los planes energéticos del Kremlin, advierte Vladímir Tijomirov, economista jefe de BCS Global Prime.