Para los astrónomos, el Sol es una estrella ordinaria, enana amarilla de 5.000 millones de años.
Según la visión más general, el Sol es un globo de oxigeno que arde permanentemente. Dentro de él, se realizan reacciones nucleares con una temperatura de más de 14.000 millones de grados Kelvin.
En la corona solar, la energía magnética emitida se transforma en energía de erupciones intensas.
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Todavía la comunidad científica no ha hallado la explicación de cómo los campos magnéticos se convierten en energía. De resolver este misterio, los humanos podrían construir reactores de fusión extremadamente eficaces.
Al investigar la corona solar, los investigadores saben detectar dónde tendrá lugar la próxima fulguración solar, una liberación súbita e intensa de radiación electromagnética. Al alcanzar la Tierra, dichas fulguraciones causan tormentas magnéticas en la atmosfera. Bógod indicó que su equipo científico es capaz de predecir dichos fenómenos con dos o tres días de antelación.
Por lo tanto, actualmente los científicos prefieren centrarse en la investigación de los ciclos solares. Así, durante los últimos ciclos la estrella mostraba una actividad baja.
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Los astrónomos advierten que una actividad solar disminuida puede llevar a que los rayos espaciales alcancen la Tierra y aporten núcleos y partículas que pueden hacer daño tanto al clima, como a los organismos que viven en la Tierra.