De acuerdo con el pronóstico del ente adscrito al Instituto Físico Lébedev de la Academia de Ciencias de Rusia, la tormenta ocurrirá el 20 de agosto y tendrá una magnitud G1.
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Es la menor magnitud de una escala que llega hasta el nivel G5 —que es considerado el más potente—. Por lo cual, los científicos advierten de que no cabe esperar nada más que unas ligeras interferencias en sistemas de energía, funcionamiento de satélites y que las aves migratorias pueden verse afectadas.
Los que vivan a una altitud de más de 60 grados podrán observar auroras boreales. En cuanto a los humanos, los especialmente sensibles a las tormentas geomagnéticas pueden sufrir de dolores de cabeza, nerviosismo, irritabilidad, agotamiento y ansiedad.
El paso de la Tierra por corrientes de viento solar es algo normal y ocurre cuando la actividad solar es mínima. En estos periodos de tiempo el campo magnético del Sol es considerablemente más débil y la estrella pierde la capacidad de retener el plasma cerca de su superficie.
Como consecuencia de ello, la velocidad y densidad de las corrientes de partículas que se desprenden del sol aumentan sustancialmente y se forma así el viento solar.
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