Los resultados de su investigación se publicaron en julio en la revista Geophysical Research Letters. Los datos no pueden ser más pesimistas. Entre abril de 2002 y septiembre de 2016, ambos glaciares perdieron al año unos 18.500 millones de toneladas de hielo.
Los glaciólogos cruzaron esos datos con aproximaciones en el balance de masa de modelos climáticos de la atmósfera en la región antártica, para más tarde medir la descarga de hielo detectada por otro proyecto más: el del IceBridge de la agencia espacial.
"Para nuestra investigación, lo que hemos hecho ha sido usar una metodología mejorada y utilizar a la vez los datos del GRACE para obtener la cantidad de masa perdida [en la zona de los glaciares] (…) Al cruzar estos datos con los nuestros, hemos obtenido otros mucho más fiables y hemos llegado a la conclusión de que los glaciares Totten y Universidad de Moscú están en peligro", explica Yara Mohajerani, estudiante de posgrado del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de California en Irvine.
La publicación resulta relevante porque es precisamente el este de la Antártida la región que hasta ahora los científicos consideraban menos amenazada por el calentamiento global. Con estos datos, los dos glaciares resultan ser ahora, también, vulnerables a las aguas cálidas del océano y responsables de que el nivel del agua aumente durante las próximas décadas.
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Isabella Velicogna, una de las profesoras del departamento y de los responsables del estudio, subraya que los datos recabados por el GRACE y por otras misiones espaciales son de extrema importancia para que los investigadores acaben comprendiendo cómo evolucionan los glaciares.