"China vino a por el apoyo de los BRICS, es decir, de Rusia, de la India, de Brasil y de Sudáfrica. Pero el mismo apoyo lo necesitan Rusia y todos los demás miembros del club, que poco a poco siguen desarrollándose dentro de la organización", explica Kósirev.
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La nueva revolución industrial —la cuarta— y cómo abrazarla acabó siendo el tema principal durante la cumbre. Algo que fomenta la inversión mutua que los BRICS dedican a los sectores más innovadores y avanzados.
"Las nueva economías mundiales saben bien que la clave del éxito no solo está en ser capaces de competir en el mercado, sino también en ser capaces de generar tecnología de nueva generación para que Estados Unidos no tenga el monopolio", advierte Kósirev.
Cuando los BRICS recién comenzaban a nacer, ya se cernían nubes de tempestad en la economía mundial, aunque no así en la política internacional. "En aquel entonces, los ánimos eran los siguientes: vayámonos reuniendo y viendo qué podemos hacer juntos", subraya Kósirev. "No para hacer daño a Occidente, sino para hacernos mejores a nosotros y para mejorar nuestra estabilidad", explica. Primero comenzaron con declaraciones de intenciones y, más tarde, crearon mecanismos para trabajar conjuntamente. Pero ahora, cuando detrás de las palabras se están viendo acciones, "el futuro del mundo parece más esperanzador", concluye.
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