"La crisis política en Cataluña solo se puede resolver votando", admitió Sánchez antes de puntualizar que Madrid pretende "votar un acuerdo" mientras que el independentismo "pretende votar una ruptura".
El jefe del Gobierno español no concretó cuál es su propuesta para resolver la situación, pero aprovechó la ocasión para afirmar que el independentismo catalán no tiene una mayoría suficiente como para plantear el ejercicio del derecho de autodeterminación, que en cualquier caso no es reconocido por Madrid.
Sánchez pronunció estas palabras en el Congreso de los Diputados, donde compareció para presentar su programa de Gobierno.
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En ese sentido, celebró el reciente restablecimiento de canales de diálogo entre el Gobierno central y el Gobierno de Cataluña, que se materializó con la reunión que Sánchez mantuvo el pasado lunes junto al presidente catalán, Quim Torra.
"Es un paso para recuperar la confianza que hoy está quebrada", señaló.
En su turno de réplica, los representantes del independentismo catalán en el Congreso de los Diputados celebraron las palabras de Sánchez, aunque también le pidieron avanzar hacia la consecución de acuerdos concretos.
"Ya estamos descriminalizando el debate, estamos avanzando mucho", dijo Tardà, que volvió a abogar por un referéndum en el que el pueblo catalán no vote únicamente sobre independencia o permanencia, sino que también sirva para consultar a los electores sobre la propuesta de reforma que quiera plantear Madrid.
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Campuzano recordó que el independentismo será exigente con el Gobierno de Sánchez, cuya estabilidad depende en parte de su apoyo en el Congreso de los Diputados.
El diálogo entre los independentistas y Sánchez fue motivo de reproche por parte de los sectores que defienden la unidad de España de forma más férrea.
El portavoz del conservador Partido Popular, Rafael Hernando, acusó a Sánchez de ser "rehén" de quienes quieren "romper España", mientras que el presidente de la formación liberal Ciudadanos, Albert Rivera, calificó como "indecente" su "equidistancia entre demócratas y golpistas".
El presidente del Gobierno respondió a estas acusaciones afirmando que la única alternativa al diálogo es la confrontación, un camino que quieren transitar los partidos que viven electoralmente "del agravio territorial" pero que no ofrece salidas para "deconstruir el conflicto".
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