El conflicto se inició debido a la intención de Ruanda de impulsar la producción local de ropa. Para ello, el Gobierno del país africano decidió reducir la importación de ropa de segunda mano proveniente del exterior mediante la subida de los aranceles desde los 0,25 dólares actuales por cada kilogramo hasta los 2,50.
El volumen de exportación de prendas de segunda mano de EEUU a Ruanda asciende a solo 17 millones de dólares. Sin embargo, la decisión de aumentar los aranceles sobre la ropa usada ha enojado a la Administración Trump. En marzo de 2018, la Oficina del Representante de Comercio de EEUU advirtió a Ruanda que perdería algunos beneficios en virtud de la Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA), que recoge la legislación comercial de Washington para el continente.
"Las resoluciones del presidente [Donald Trump] destacan su compromiso de hacer cumplir nuestras leyes comerciales y garantizar la equidad en nuestras relaciones económicas", dijo entonces el subdirector de la Oficina de Comercio de EEUU, Curtis Joseph Mahoney.
El país subsahariano se negó a revertir los aranceles impuestos en el plazo de 60 días exigido por el ejecutivo estadounidense. El presidente de Ruanda, Paul Kagame, comentó a la prensa que para él "tomar la decisión fue algo simple". "Estamos en una situación en la que tenemos que elegir: o ser un receptor de ropa usada, o elegir hacer crecer nuestras industrias textiles", explicó.